Curvas rápidas.
Nos habíamos quedado en este punto:
Bien, ¿pero qué pasa entonces con la bajada de los puertos y con esas carreteras nacionales de curvas más suaves y rápidas, fuera ya de puertos y pantanos?
Efectivamente, Crowley ha hablado del comportamiento elástico de la Ultra, Éste se muestra con toda claridad a la hora de abordar curvas en bajadas pronunciadas o tomar las llanas más rápidas con decisión, mintiendo una velocidad de crucero, bastante alta.
Esa elasticidad ya se presiente negociando curvas entre los 40 y los 70 por hora; sin embargo en el momento de apoyarnos sobre el tren delantero, frenando, para atacar una curva en bajada por encima de los 40 por hora, la horquilla se siente como la suspensión delantera, a base de elastómetros, que monta una bici de hipermercado. Te llega a los puños la sensación de que cada barra termina su breve recorrido de aceite para apoyarse sobre esa goma dura que ya he mencionado.
¿Y en las curvas de nacional o de autovía, tomadas a una velocidad con multa de 100 euros, para aquel que se atreva?
Pues el amigo Crowley tuvo la amabilidad de explicarme antes de esta prueba cómo el basculante de la Ultra se apoya sobre el motor, que a su vez descansa dentro del chasis sujeto mediante robustos silent-bolcks, imprescindibles, como todos sabéis, para absorber las impresionantes trepidaciones del 103 pulgadas. En definitiva, entre la conexión del basculante al chasis se interpone un conjunto de silent-blocks, así pues, el tren trasero de muestra un pequeño margen de torsión, una holgura elástica, cuando el basculante empieza verdaderamente a esforzarse, esto es, en curvas rápidas por encima de 90, 100 o más.
¿Cuál es, entonces, el comportamiento de la Ultra si abordamos , por ejemplo, una curva larga y parabólica de mil metros de radio a unos 120 por hora o más?
Pues que el basculante hace su máximo esfuerzo y la goma de los silent-blocks sobre los que se apoya ceden unos milímetros, 10, tal vez 20. Ese gesto desagradable de torsión se transmite directamente a la horquilla que, una vez consumido su recorrido de aceite -y a fe que a ese ritmo lo hará siempre y al completo- responderá con esa sensación característica suya, con esa elasticidad. Torsión atrás y retorcimiento delante. Comienza entonces un baile, un meneo que exigirá el máximo del piloto.
1.- Por un lado una anticipación muy previa, incluso exagerada.
2.- Hilar muy fino, finísimo la trazada, apuntar muy bien la moto por una línea limpia y clara.
3.- El piloto tendrá que hacer con las manos y los antebrazos, incluso con los hombros, el efecto del amortiguador de dirección para eliminar, o al menos suavizar en lo posible ese vaivén de atrás a adelante, que parece encastrado en la geometría de la Ultra.
4.- Muy importante, mantener la tracción, el motor en torno a las 3.200 o 3.300 rpm, con la marcha que necesite (casi nunca en 6ª, claro). La explicación se basa en un par de fuerzas: Una, la tendencia de ese vaivén a sacarte recto, por la tangente; y dos, la trayectoria que marca el par del motor. La resultante tiene que ser siempre la trazada de la curva, si no…
Con bastante empeño y tesón puedes llegar a dominar este cetáceo transitando por curvas rápidas, pero, en ese caso, te recomendaría que te comprases otra moto. La idea de esta Harley –todos lo sabéis mucho mejor que yo- es otra bien distinta.
Sin embargo, aquí están estas conclusiones para el que tenga en mente comprarla o para el que ya sea el afortunado poseedor de ella desde hace tiempo y siente curiosidad por saber hasta dónde pude llegar.