Después de casi tres años con una Sportster 883R y 49.000 Km, voy a dejar mi valoración sobre la moto intentando ser lo más objetivo posible. Y lo voy a hacer porque a mí me hubiera gustado encontrar esto cuando compré la mia, al margen de la publicidad y de mitos y leyendas urbanas.
Lo que espero es que después de leer esto, cualquier motero pueda saber un poco mejor si la Sportster encaja con lo que espera de una moto que, si algo tiene es que es cara, así que vale la pena reflexionar un poco antes de dar el paso.
Primero explicar, para valorar también mis opiniones, que conduzco moto desde 1985 y que no he tenido muchas motos, pero sí de larga duración, excepto un parón de 8 años por las obligaciones de siempre. Me he movido entre nacionales y japonesas, siempre naked, siempre carretera. En 2010, cansado ya de ir rápido, buscando una moto clásica me compré la 883R pensando que con ella me iba a jubilar y que la heredaría mi hijo. En realidad, no necesito más. Eso pensaba.
Bueno, pues desde ese perfil de motorista aficionado y no demasiado experimentado, hago la valoración.
PUNTOS FUERTES DE LA SPORTSTER 883
- Su imagen. Pocas motos son más bonitas si te gustan las motos clásicas. Pocas neoclásicas se le pueden comparar estéticamente, quizás la Bonneville sea una de ellas. Su estética de moto antigua es genuina, porque en realidad es una moto antigua. No es una pose, ni una imitación en ese sentido como pueda ocurrir con las japos. Eso para mí es una ventaja, si no afecta a la calidad. Desde mi punto de vista, viendo por dónde van las motos de última generación, es una virtud como un piano.
- Su robustez. Todo es metal, y abundante. La Sportster es una moto muy fuerte estructuralmente. Estribos reforzados, guardabarros de chapa gruesa, anclajes de los tubos de escape a prueba de bombas, botoneras robustas y esas sí, de buena calidad. Hay muy poco plástico y una Sportster es una moto que se cae, y suele dañar más el suelo que ella misma. Es una moto fuerte, me gusta.
- Su sencillez. Mecánica clásica de toda la vida, soluciones sencillas y muchas veces prácticas: correa secundaria eterna, taqués hidráulicos sin mantenimiento, filtros muy a mano y desmontables en minutos, mínima electrónica, y la que tiene, sencilla. Es un placer trastear con ella, y está al alcance de cualquier habilidad, con un poco de interés.
- Su mercado secundario. Como todas las Harleys, tiene un mercado de accesorios infinito, con toda la información a mano, por lo que puedes reconstruir la moto desde cero sin ningún problema, excepto el de la pasta.
- Su tacto de moto clásica. Si te gusta el carácter de las motos de los 60-70, ésta es tu moto. Tiene el sonido, la brusquedad e incluso las prestaciones de esa época. Para mí es todo un placer oir latir el motor, aún con sus escapes de serie (nenaza), y notar en mi cerebro cómo se mueven los pistones y se abren y cierran las válvulas llevándola baja de revoluciones gracias a su par.
- Diversión. Para mí, es una moto divertida de conducir, aún con las prestaciones tan limitadas que tiene. El par hace que sea relativamente ágil (para pesar 260 Kg), y lo bajo del asiento y del centro de gravedad la convierten en una buena ciudadana y en solvente en carreteras ratoneras.
PUNTOS DÉBILES DE LA SPORTSTER 883
- Precio. Para mí, ése es su mayor defecto. Teniendo en cuenta lo que ofrece una Sportster en cuanto a prestaciones y calidades, es una moto cuyo precio justo debiera estar en los 7.000 €. Al costar 9.000 €, uno espera de ella una calidad y una fiabilidad de las motos de ese segmento económico, y realmente no la encuentra.
- Parte ciclo. Mucho se ha hablado de las suspensiones, los frenos y del chasis de la Sportster. Yo no me extiendo, pero creo que los componentes ¡japoneses! que equipan la Sportster son de lo más barato y deficiente. No son propios del precio de la moto, y es lo primero a cambiar. Las suspensiones no amortiguan, sólo rebotan, y los frenos son incapaces de parar 260 Kg en caso de emergencia. Con una Sportster, mejor esquivar (y rezar) que frenar.
- Comodidad. Los asientos son de una calidad aceptable para el piloto (sin florituras), pero un potro de tortura para el pasajero. No están pensadas para llevar paquete, ni tampoco para desplazamientos largos. Parece que con una 900 cc no puedes viajar, o eso es lo que te sugiere HD. Claro, hay soluciones pasando por caja.
- Autonomía. Aquí HD te vuelve a decir que andevás con una Sporty por Europa o haciendo crosscountry. Las de 12,5 litros tienen una autonomía de 200 Km escasos, insuficientes para viajar tranquilo. Se salvan las de 17 litros (Custom, Superlow), que con 300 Km tienen una autonomía razonable. Yo tengo una Roadster y tuve que cambiarle el depósito. Una pasta, y eso que lo hice yo.
- Fiabilidad. Hay muy poca gente que pueda hablar de la fiabilidad de la Sportster. Básicamente porque nadie conserva esta moto muchos años, y además suelen rodar muy poco. Yo llevo tres años con ella y he rodado bastante por todo tipo de carreteras, por ciudad, por autovía, sólo me ha faltado hacer off-road. Y tengo que decir que la fiabilidad de la Sportster es muy mediocre. He tenido tres averías graves en las que seguramente acabaré invirtiendo unos 1.500 €, y porque alguna me la he reparado yo. La Sportster no es una moto para rodar mucho ni para apretarla. Es una moto para desplazamientos cortos-medios a velocidades legales, y alguna cana al aire ocasional, pero no se le puede exigir lo que a una rutera, ni meterla en autovía o autopista con cruceros altos. El crucero natural de una Sportster es 120 Km/h. Más se pueden mantener perfectamente, pero a la larga o a la corta es quemarla. El motor Evo es de filosofía soviética, motores antiguos que funcionan bien mientras los mantengas por debajo del 50% de su capacidad.
CONCLUSIONES
Si tuviera que definir después de mi experiencia la Sportster, diría que es una moto de paseo, en el sentido de que es una moto para los fines de semana y excursiones cortas, y para disfrutar de una conducción clásica sin más aspiraciones. Es también una moto ciudadana, aunque eso se dé patadas con el motor tan grande que equipa, que funciona mucho mejor tras una hora de marcha.
No es una moto viajera, no está equipada para ello ni tiene la fiabilidad necesaria. No es una moto para correr, y no porque no pueda (si no tienes que frenar demasiado), sino porque acortas su calidad de vida de forma dramática, a la vez que la pasta de tu cuenta corriente.
Es una moto para saborearla tranquilamente, sin prisas ni metas lejanas, y sólo de vez en cuando. El exceso de kilómetros se le atraganta. Es como tener un coche clásico, y te entrega lo mismo en cuanto a prestaciones que uno de ellos, y también las mismas satisfacciones.
El candidato a tener una Sportster es una persona que quiera una moto como vehículo de recreo, poco amante de los viajes y desplazamientos largos en moto, pero sí apasionado por lo clásico y el motorismo a la antigua. También puede venir bien a los que prefieren el garaje a la carretera por las infinitas posibilidades de transformación que ofrece y por lo agradecida que es con los mimos. Si se mima y no se le pide gran rendimiento, puede dar satisfacciones.
Yo no quería una moto así, pero me la he encontrado. Esperaba otras cosas de una moto de carretera de 900 cc y 9.000 pavos. Por eso he intentado transformarla a base de dinero y esfuerzo en lo que yo pienso que como mínimo debería ser, pero a juzgar por las averías, no he tenido éxito. Quizás me he equivocado de moto (fallo mío, naturalmente).
Por eso escribo esto, para que mi ejemplo sirva de ayuda al que esté pensando en comprar una.