Yo tampoco tengo nada contra la refrigeración líquida, pero sí contra la complejidad de las motos modernas.
Seguro que habéis oido cien veces entre amigos o conocidos la frase de: "yo, mi coche ya no lo toco ni en pintura, es una caja negra; cualquier problema, al taller".
Pues bien: refrigeración líquida, centralita, ABS, control de tracción, control de crucero, suspensión electrónica, ordenador de a bordo, acelerador ride-by-wire... yo sólo oigo cadenas arrastrándose enganchadas en nuestros tobillos. Para eso ya tengo el coche.
Para mí la sencillez forma parte de la libertad de la moto. Agilidad, movilidad, facilidad de estacionamiento y... tanto o más importante: independencia con respecto al "profesional" de turno. El día que me compre una nave espacial cuya herramienta principal sea el teléfono de la asistencia, estaré acabado. Espero que falte mucho (no digas nunca de esta agua no beberé), o que no sea nunca.
Ése es uno de los atractivos de la Sportster. Cuando lees el manual, te das cuenta de que lo más complicado es traducirlo del inglés, porque cuando lo haces, ves que es mecánica de lo más sencilla, y la de toda la vida. Trastear con ella está al alcance de cualquiera, y el que no se hace las revisiones es porque no quiere.
Eso para mí es más libertad, es uno de los alicientes principales de tenerla, y cosas como la refrigeración líquida y toda la electrónica inútil y agilipollante me empujan al concesionario y me alejan de mi moto.