Efímero
FH SUPPORTER
Buenas tardes.
El pasado lunes me fui a pasar la falsa imposición.
Feliz iba yo de que la moto iba en orden y acorde a la legalidad vigente, qué asco
Total, prueba de humos, frenos, luces y bocina, sonido, etc. lo típico.
En una de estas, el operario se va para un cuarto y viene con otro, el cual se pone a mirar la moto de arriba a abajo. Se saca el metro y mide el manillar.
Luego me espeta que de donde ha salido ese doble faro, a lo que le contesto que es el de origen.
Se va para adentro y me quedo con el operario terminando la farsa.
Total, ya me dice el operario que salga y pase por la oficina a recoger la documentación, yo, callao.
Estando allí, veo salir al elemento del metro dirigiéndose hacia la moto. Se agacha en la parte de atrás y se pone a mirar, de un lado y de otro.
Yo, para mí.
—La jodimos, a ver qué tripa se le ha roto al metroman.
Me acerco y le pregunto si hay algún problema.
—Sí, me espeta, tal que un sopapo en la cara.
—Esos amortiguadores no son de esa moto. Tienes que traer un papel de Öhlins donde conste que son válidos para ella. Inspección desfavorable, tienes un mes.
Yo pasmao, no daba crédito.
No pierdo tiempo con el pájaro, me voy para adentro a hablar con el ingeniero.
Este ya me lo pone aún peor.
—Reforma de importancia, falta grave, requiere homologar, pasar por caja e incluirlo en ficha.
Pasando de hacerme mala sangre, que la vida es corta, tiro para casa a montar los de origen y vuelta para allí a coger la dichosa pegata.
Hasta dentro de dos años no les veo la cara. De hecho, ya ni les veo. Voy a ir a otra estación que además de ser más barata, no hay tanta gente. Aunque está más lejos, pero no importa, cualquier excusa es buena para salir a rodar y meter ruido.
Pues nada, el animalito vuelve a rugir, libre, por esas carreteras del demonio. Que ellas sí que precisaban de una buena Inspección Técnica de Carreteras.
Yo, resiliente, aunque ya un poco jarto, quedo contento como junco al viento. Me arqueo ante él, cierto, pero no parto, y una vez pasado el mal trago, vuelvo nuevamente a mi erguido estado.
Es todo, buena semana, chavales.
El pasado lunes me fui a pasar la falsa imposición.
Feliz iba yo de que la moto iba en orden y acorde a la legalidad vigente, qué asco
Total, prueba de humos, frenos, luces y bocina, sonido, etc. lo típico.
En una de estas, el operario se va para un cuarto y viene con otro, el cual se pone a mirar la moto de arriba a abajo. Se saca el metro y mide el manillar.
Luego me espeta que de donde ha salido ese doble faro, a lo que le contesto que es el de origen.
Se va para adentro y me quedo con el operario terminando la farsa.
Total, ya me dice el operario que salga y pase por la oficina a recoger la documentación, yo, callao.
Estando allí, veo salir al elemento del metro dirigiéndose hacia la moto. Se agacha en la parte de atrás y se pone a mirar, de un lado y de otro.
Yo, para mí.
—La jodimos, a ver qué tripa se le ha roto al metroman.
Me acerco y le pregunto si hay algún problema.
—Sí, me espeta, tal que un sopapo en la cara.
—Esos amortiguadores no son de esa moto. Tienes que traer un papel de Öhlins donde conste que son válidos para ella. Inspección desfavorable, tienes un mes.
Yo pasmao, no daba crédito.
No pierdo tiempo con el pájaro, me voy para adentro a hablar con el ingeniero.
Este ya me lo pone aún peor.
—Reforma de importancia, falta grave, requiere homologar, pasar por caja e incluirlo en ficha.
Pasando de hacerme mala sangre, que la vida es corta, tiro para casa a montar los de origen y vuelta para allí a coger la dichosa pegata.
Hasta dentro de dos años no les veo la cara. De hecho, ya ni les veo. Voy a ir a otra estación que además de ser más barata, no hay tanta gente. Aunque está más lejos, pero no importa, cualquier excusa es buena para salir a rodar y meter ruido.
Pues nada, el animalito vuelve a rugir, libre, por esas carreteras del demonio. Que ellas sí que precisaban de una buena Inspección Técnica de Carreteras.
Yo, resiliente, aunque ya un poco jarto, quedo contento como junco al viento. Me arqueo ante él, cierto, pero no parto, y una vez pasado el mal trago, vuelvo nuevamente a mi erguido estado.
Es todo, buena semana, chavales.