Al fin pude recoger la moto la semana pasada y ya tiene sus 1000 primeros kilómetros.
La verdad es que tenía un poco de miedo de que al probarla la moto me decepcionara, de hecho la decisión de comprarla fué puramente pasional, no tenía ninguna razón lógica para comprar esa moto, simplemente un diablillo custom me decía en mis sueños: cómprala, cómprala, y al final le hice caso. Le hice caso sabiendo que no iba a ser como otras motos que he tenido, que no iba ser la mejor entrando en curvas, ni la más rápida, ni la más ágil, ni la más ligera, ni la más rutera, ni la más deportiva, aunque probablemente sí que fuese la más más bonita, la de más carácter y personalidad.
Llegó el día y por fin la tuve delante de mí con los accesorios montados y las modificaciones hechas. La primera impresión: imponente.
Cuando arrancas ese motor, te pones a los mandos de ese manillar, metes primera y empiezas a rodar te sientes el "rey de la carretera". La moto rebosa carácter, transmite sensaciones, la sientes y te gusta llevarla. No hace falta ir rápido ni rodar en una carretera con muchas curvas para divertirte con ella, a cualquier velocidad y en cualquier carretera te sientes a gusto con ella y te transmite sensaciones. Eso precisamente era el motivo oculto, esa brizna de racionalidad con la que yo me justificaba a mí mismo del por qué quería una Harley.
Yo ya peino canas desde hace unos años y he vivido esa época en la que íbamos en carretera como si de un circuito se tratara. No había viaje en el que no exprimiéramos el acelerador a fondo y los piques eras propios de la mejor carrera. Eran otros tiempos y milagrosamente sobrevivimos a ellos.
El problema es que ahora, esas locuras ni se pueden ni se deben hacer y las motos modernas van tan bien, que a velocidades legales me aburría soberanamente en carretera. Son muy fáciles de llevar y no te transmiten sensaciones salvo que vayas muy rápido y en carreteras de muchas curvas o en circuito.
Con la Harley es diferente, han sabido mantener la herencia de las motos antiguas, mejorando lo malo y manteniendo lo bueno y lo que da carácter y personalidad a una moto. Por ello, la moto se siente y te transmite sensaciones en todo momento, pero además y para mi sorpresa, he comprobado que entra en curvas mucho mejor de lo que esperaba (el instinto nunca se pierde y alguno con moto deportiva y mono de cuero ajustado vio el otro día cómo un armario negro lo pasaba por el exterior en plena curva, aún debe estar preguntándose qué era aquella cosa tan grande que lo había adelantado) y que es mucho más cómoda para viajar de lo que esperaba.
En definitiva, comprarla fué fruto de la pasión, pero al final creo que me enamoraré de ella y conviviremos mucho tiempo juntos.
Os pongo una foto de mi nueva compañera:
La verdad es que tenía un poco de miedo de que al probarla la moto me decepcionara, de hecho la decisión de comprarla fué puramente pasional, no tenía ninguna razón lógica para comprar esa moto, simplemente un diablillo custom me decía en mis sueños: cómprala, cómprala, y al final le hice caso. Le hice caso sabiendo que no iba a ser como otras motos que he tenido, que no iba ser la mejor entrando en curvas, ni la más rápida, ni la más ágil, ni la más ligera, ni la más rutera, ni la más deportiva, aunque probablemente sí que fuese la más más bonita, la de más carácter y personalidad.
Llegó el día y por fin la tuve delante de mí con los accesorios montados y las modificaciones hechas. La primera impresión: imponente.
Cuando arrancas ese motor, te pones a los mandos de ese manillar, metes primera y empiezas a rodar te sientes el "rey de la carretera". La moto rebosa carácter, transmite sensaciones, la sientes y te gusta llevarla. No hace falta ir rápido ni rodar en una carretera con muchas curvas para divertirte con ella, a cualquier velocidad y en cualquier carretera te sientes a gusto con ella y te transmite sensaciones. Eso precisamente era el motivo oculto, esa brizna de racionalidad con la que yo me justificaba a mí mismo del por qué quería una Harley.
Yo ya peino canas desde hace unos años y he vivido esa época en la que íbamos en carretera como si de un circuito se tratara. No había viaje en el que no exprimiéramos el acelerador a fondo y los piques eras propios de la mejor carrera. Eran otros tiempos y milagrosamente sobrevivimos a ellos.
El problema es que ahora, esas locuras ni se pueden ni se deben hacer y las motos modernas van tan bien, que a velocidades legales me aburría soberanamente en carretera. Son muy fáciles de llevar y no te transmiten sensaciones salvo que vayas muy rápido y en carreteras de muchas curvas o en circuito.
Con la Harley es diferente, han sabido mantener la herencia de las motos antiguas, mejorando lo malo y manteniendo lo bueno y lo que da carácter y personalidad a una moto. Por ello, la moto se siente y te transmite sensaciones en todo momento, pero además y para mi sorpresa, he comprobado que entra en curvas mucho mejor de lo que esperaba (el instinto nunca se pierde y alguno con moto deportiva y mono de cuero ajustado vio el otro día cómo un armario negro lo pasaba por el exterior en plena curva, aún debe estar preguntándose qué era aquella cosa tan grande que lo había adelantado) y que es mucho más cómoda para viajar de lo que esperaba.
En definitiva, comprarla fué fruto de la pasión, pero al final creo que me enamoraré de ella y conviviremos mucho tiempo juntos.
Os pongo una foto de mi nueva compañera:
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