Osborne
Well-Known Member
El otro día estuve de ruta y me llegué a Isona, un bonito pueblo de la comarca del Pallars Jussà, en la provincia de Lérida. Para volver, y por no repetir el trayecto de ida, en vez de tomar la L-512 hacia el sur, lo hice hacia el oeste para llegar a Tremp, y bajar a Balaguer por la C-13.
Cuando llegué a Balaguer, tenía sensaciones contradictorias de esa carretera.
Por un lado, el paisaje es espectacular, porque bordeas el río Noguera Pallaresa durante casi todo el trayecto, y pasas por dos presas: la de Camarasa y creo que la de Terradets. El río está a rebosar en esta época del año, y las presas llenas hasta arriba de agua azul turquesa. En primavera, con el bosque florido, el panorama tiene que ser impresionante.
Por otro lado, la carretera.
Si tuviera que definirla, diría que es una carretera traicionera. Se te presenta ancha, bien señalizada, con un asfalto aceptable (aunque no perfecto). Y cuando la empiezas, te animas y ajustas tu ritmo con esas primeras sensaciones. Error.
Después de las primeras rectas en las que te has embalado, te reciben las primeras curvas ciegas que se cierran, y se cierran, y además están peraltadas alrevés y en bajada... ahí es cuando empiezas a calentar los frenos y lamentas no llevar una alemana, o si me apuras, una japo. Después te encuentras humedades en las zonas de sombra, en plena curva, entre los parches de asfalto de un mantenimiento mal hecho.
Y para cuando empiezas a pensar que esa carretera quizás no es para el ritmo que llevas, ves una señal de 40 antes de entrar en un túnel. Ya mosqueado, haces caso porque ya no sabes qué esperar de la C-13. ¡Y menos mal!, porque dentro del túnel lo que te encuentras es un curvón a derechas y... ¡el suelo totalmente mojado!. O sea, una trampa mortal.
Cuando sales del túnel ya estás totalmente convencido de que por ese tramo de la C-13 tienes que conducir como si fueras por una comarcal de un carril. No acelerar mucho en las rectas, porque al final nunca sabes lo que vas a encontrar, no fiarte del asfalto, que es irregular y está muy húmedo, y retener la moto en las bajadas, no sea que los frenos que llevas no sean suficientes para lo que viene después, que pocas veces se ve porque la carretera discurre entre montañas.
Así que, si alguna vez la recorréis, no hagáis caso de su apariencia de autovía, sobre todo en invierno, id lentos y con cuidado, y disfrutad del paisaje, porque eso sí lo vale.
Cuando llegué a Balaguer, tenía sensaciones contradictorias de esa carretera.
Por un lado, el paisaje es espectacular, porque bordeas el río Noguera Pallaresa durante casi todo el trayecto, y pasas por dos presas: la de Camarasa y creo que la de Terradets. El río está a rebosar en esta época del año, y las presas llenas hasta arriba de agua azul turquesa. En primavera, con el bosque florido, el panorama tiene que ser impresionante.
Por otro lado, la carretera.
Si tuviera que definirla, diría que es una carretera traicionera. Se te presenta ancha, bien señalizada, con un asfalto aceptable (aunque no perfecto). Y cuando la empiezas, te animas y ajustas tu ritmo con esas primeras sensaciones. Error.
Después de las primeras rectas en las que te has embalado, te reciben las primeras curvas ciegas que se cierran, y se cierran, y además están peraltadas alrevés y en bajada... ahí es cuando empiezas a calentar los frenos y lamentas no llevar una alemana, o si me apuras, una japo. Después te encuentras humedades en las zonas de sombra, en plena curva, entre los parches de asfalto de un mantenimiento mal hecho.
Y para cuando empiezas a pensar que esa carretera quizás no es para el ritmo que llevas, ves una señal de 40 antes de entrar en un túnel. Ya mosqueado, haces caso porque ya no sabes qué esperar de la C-13. ¡Y menos mal!, porque dentro del túnel lo que te encuentras es un curvón a derechas y... ¡el suelo totalmente mojado!. O sea, una trampa mortal.
Cuando sales del túnel ya estás totalmente convencido de que por ese tramo de la C-13 tienes que conducir como si fueras por una comarcal de un carril. No acelerar mucho en las rectas, porque al final nunca sabes lo que vas a encontrar, no fiarte del asfalto, que es irregular y está muy húmedo, y retener la moto en las bajadas, no sea que los frenos que llevas no sean suficientes para lo que viene después, que pocas veces se ve porque la carretera discurre entre montañas.
Así que, si alguna vez la recorréis, no hagáis caso de su apariencia de autovía, sobre todo en invierno, id lentos y con cuidado, y disfrutad del paisaje, porque eso sí lo vale.