moriwoki
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Hola a todos.
Es muy posible, por las decenas de miles de visitas que ha recibido, que alguno de vosotros haya echado ya un vistazo a este vídeo.
El caso es que era muy consciente del riesgo que corría al llevar adelante esta idea que se me había ocurrido hacía tiempo; pero con lo que no contaba es con lo que ha ocurrido.
Hoy en día, si quieres publicar un vídeo, tienes que contar con una plataforma pública, aunque tengas dentro de ella tu propio canal privado. La cuestión es que, en este caso, se vio el vídeo directamente en la plataforma, sin pasar por la web y, claro, sin leer la historia que hace, no sólo de prólogo, sino también de explicación. De esta forma, su sentido se transforma en un mensaje retador, toda una invitación a los más jóvenes para descargar toda su energía en forma de ira y también de la lógica soberbia, más aun si el reto lo lanza un viejo como yo.
Y lo cierto es que me ha costado muy, pero que muy caro.
La historia está dirigida a los más jóvenes y a los más quemados, y hay que ponerse en la piel de uno de ellos para captarla. No vale mirarlo sin más con las perspectiva de los 40, por ejemplo, y un tanto difícil desde la del harlysta; aun así me interesa saber cómo lo veis vosotros, los motoristas de El Lado Oscuro.
Es imprescindible, por otro lado, que leáis primero el pequeño texto con la historia que contiene para comprender el sentido exacto de todo el conjunto historia-vídeo.
Tenéis que prometerme que primero leeréis y luego veréis. Confío plenamente en vuestra previa palabra.
Éste es el comienzo de la historia. Dejo el enlace de la segunda parte y, dentro de él, está el del vídeo.
Muchas gracias.
Pdata. Por favor: No me digáis que me abroche el casco. Está abrochado (Ya os explicaré cómo, si alguno quiere)
Para los más jóvenes y los más quemados de la carretera.
Lejos de tomar el más mínimo tinte moralista, mucho menos paternalista, unas palabras y unas imágenes cercanas para los más jóvenes y más quemados de la carretera.
YO TENÍA 19 HACE 34 AÑOS
Sí, yo tenía entonces 19 años y tenía también en aquella época mi maravillosa Ossa Copa 250, con la que llegué a participar en una de las últimas carreras de la Copa Ossa-Motoclismo.
Una de aquellas mañanas, una de tantas, sufrí un aterrizaje indeseado. No recuerdo en qué curva, en qué esquina o en qué calle. ¡Vaya usted a saber, porque me pasaba el día por los suelos! Era entonces lo que siempre hemos llamado "Un auténtico Balleta".
El caso es que aquella caída no tuvo demasiadas consecuencias para la moto, nada especial que yo recuerde, salvo el cristal del espejo (entonces sólo era obligatorio uno), que se hizo añicos. No tenían el recambio, no llegaba el vidrio después de algunos días de espera y no aguantando mi viva impaciencia de entonces, tuve una ocurrencia genial, empujado por mi permanente obsesión por ir rápido como nadie, para cubrir aquel vacío horroroso del metal sobre el puño izquierdo de mi Ossa. Pues sí, mirando las páginas deportivas de una revista especializada, no se me ocurrió otra cosa que recortar una magnífica instantánea de Marciano Roberts captado en una impresionante tumbada con su OW-31 (Yamaha 750 de 2T) y colocarla dentro de la cazoleta metálica del espejo para dejarla prendida después con la orla de plástico que sujetaría el cristal. ¡Qué ocurrencia! Quedaba imponente allí plantada sobre el manillar. Llevaba detrás de mí, siguiéndome los talones, nada menos que al piloto referencia del momento.
Unos días más tarde volvía desde Sitges a Barcelona, después de haber ido sólo por el puro placer de hacer la carretera de las costas del Garraf con su retorcido trazado recortando la verticalidad de los acantilados. A un lado, la roca se echaba encima como un pétreo matón de discoteca, y al otro, el vértigo de aquel vacío era en sí mismo una intimidación con el Mare Nostrum rompiendo en el fondo.
Después de unas primeras eses enlazadas que servían a modo de calentamiento, entré en una redonda que me apasionaba, descolgándome completamente al estilo de Tepi Lansivuori, para salir abriendo gas a fondo (30 CV con tubarro y carburador de 36 mm)...
Y allí estaba, plantado en actitud castrense junto a su Sanglas de un cilindro. Los brazos en jarras, las piernas ligeramente abiertas y las gafas de sol con el diseño de Harry el Sucio. Su brazo se desplegó como un resorte con la palma extendida; aunque, eso sí: no se atrevió a pisar la calzada.
Paré.
-Buenos días -dijo moviendo el bigote y recomponiendo la benemérita compostura con un carraspeo. Me miró después y nos dio un primer repaso a la moto y a mi, para añadir con tono administrativo:
-¿Sabe usted que esa curva tiene un límite de 40 y que ha pasado mucho más de prisa?
-Sí señor -le respondí con franqueza y añadí tras un segundo de pausa-. Pero si yo condujese un trailer, probablemente hubiera hecho la curva más despacio, a menos de 40.
-Ya. Pero los límites están para todos, para las motos también.
Nos rodeó lentamente, a la Ossa 250 y a mí, para examinarnos con más detenimiento, centímetro a centímetro. Cuando salió de mi espalda para terminar la vuelta por el lado izquierdo, pude ver de reojo cómo se detenía con un sobresalto. Acercó su rostro incrédulo hacia el espejo y quedó inmóvil delante de él durante algunos segundos que me parecieron la noche entera de Los Reyes Magos.
CONTINÚA EN...
Para los ms jvenes y los ms quemados de la carretera. Con todo mi afecto.
Es muy posible, por las decenas de miles de visitas que ha recibido, que alguno de vosotros haya echado ya un vistazo a este vídeo.
El caso es que era muy consciente del riesgo que corría al llevar adelante esta idea que se me había ocurrido hacía tiempo; pero con lo que no contaba es con lo que ha ocurrido.
Hoy en día, si quieres publicar un vídeo, tienes que contar con una plataforma pública, aunque tengas dentro de ella tu propio canal privado. La cuestión es que, en este caso, se vio el vídeo directamente en la plataforma, sin pasar por la web y, claro, sin leer la historia que hace, no sólo de prólogo, sino también de explicación. De esta forma, su sentido se transforma en un mensaje retador, toda una invitación a los más jóvenes para descargar toda su energía en forma de ira y también de la lógica soberbia, más aun si el reto lo lanza un viejo como yo.
Y lo cierto es que me ha costado muy, pero que muy caro.
La historia está dirigida a los más jóvenes y a los más quemados, y hay que ponerse en la piel de uno de ellos para captarla. No vale mirarlo sin más con las perspectiva de los 40, por ejemplo, y un tanto difícil desde la del harlysta; aun así me interesa saber cómo lo veis vosotros, los motoristas de El Lado Oscuro.
Es imprescindible, por otro lado, que leáis primero el pequeño texto con la historia que contiene para comprender el sentido exacto de todo el conjunto historia-vídeo.
Tenéis que prometerme que primero leeréis y luego veréis. Confío plenamente en vuestra previa palabra.
Éste es el comienzo de la historia. Dejo el enlace de la segunda parte y, dentro de él, está el del vídeo.
Muchas gracias.
Pdata. Por favor: No me digáis que me abroche el casco. Está abrochado (Ya os explicaré cómo, si alguno quiere)
Para los más jóvenes y los más quemados de la carretera.
Lejos de tomar el más mínimo tinte moralista, mucho menos paternalista, unas palabras y unas imágenes cercanas para los más jóvenes y más quemados de la carretera.
YO TENÍA 19 HACE 34 AÑOS
Sí, yo tenía entonces 19 años y tenía también en aquella época mi maravillosa Ossa Copa 250, con la que llegué a participar en una de las últimas carreras de la Copa Ossa-Motoclismo.
Una de aquellas mañanas, una de tantas, sufrí un aterrizaje indeseado. No recuerdo en qué curva, en qué esquina o en qué calle. ¡Vaya usted a saber, porque me pasaba el día por los suelos! Era entonces lo que siempre hemos llamado "Un auténtico Balleta".
El caso es que aquella caída no tuvo demasiadas consecuencias para la moto, nada especial que yo recuerde, salvo el cristal del espejo (entonces sólo era obligatorio uno), que se hizo añicos. No tenían el recambio, no llegaba el vidrio después de algunos días de espera y no aguantando mi viva impaciencia de entonces, tuve una ocurrencia genial, empujado por mi permanente obsesión por ir rápido como nadie, para cubrir aquel vacío horroroso del metal sobre el puño izquierdo de mi Ossa. Pues sí, mirando las páginas deportivas de una revista especializada, no se me ocurrió otra cosa que recortar una magnífica instantánea de Marciano Roberts captado en una impresionante tumbada con su OW-31 (Yamaha 750 de 2T) y colocarla dentro de la cazoleta metálica del espejo para dejarla prendida después con la orla de plástico que sujetaría el cristal. ¡Qué ocurrencia! Quedaba imponente allí plantada sobre el manillar. Llevaba detrás de mí, siguiéndome los talones, nada menos que al piloto referencia del momento.
Unos días más tarde volvía desde Sitges a Barcelona, después de haber ido sólo por el puro placer de hacer la carretera de las costas del Garraf con su retorcido trazado recortando la verticalidad de los acantilados. A un lado, la roca se echaba encima como un pétreo matón de discoteca, y al otro, el vértigo de aquel vacío era en sí mismo una intimidación con el Mare Nostrum rompiendo en el fondo.
Después de unas primeras eses enlazadas que servían a modo de calentamiento, entré en una redonda que me apasionaba, descolgándome completamente al estilo de Tepi Lansivuori, para salir abriendo gas a fondo (30 CV con tubarro y carburador de 36 mm)...
Y allí estaba, plantado en actitud castrense junto a su Sanglas de un cilindro. Los brazos en jarras, las piernas ligeramente abiertas y las gafas de sol con el diseño de Harry el Sucio. Su brazo se desplegó como un resorte con la palma extendida; aunque, eso sí: no se atrevió a pisar la calzada.
Paré.
-Buenos días -dijo moviendo el bigote y recomponiendo la benemérita compostura con un carraspeo. Me miró después y nos dio un primer repaso a la moto y a mi, para añadir con tono administrativo:
-¿Sabe usted que esa curva tiene un límite de 40 y que ha pasado mucho más de prisa?
-Sí señor -le respondí con franqueza y añadí tras un segundo de pausa-. Pero si yo condujese un trailer, probablemente hubiera hecho la curva más despacio, a menos de 40.
-Ya. Pero los límites están para todos, para las motos también.
Nos rodeó lentamente, a la Ossa 250 y a mí, para examinarnos con más detenimiento, centímetro a centímetro. Cuando salió de mi espalda para terminar la vuelta por el lado izquierdo, pude ver de reojo cómo se detenía con un sobresalto. Acercó su rostro incrédulo hacia el espejo y quedó inmóvil delante de él durante algunos segundos que me parecieron la noche entera de Los Reyes Magos.
CONTINÚA EN...
Para los ms jvenes y los ms quemados de la carretera. Con todo mi afecto.