Ruta LOW LOW COST por los Pueblos Blancos 17 mayo

Hola Prairie Dog, desde que en Faro se acercó un chico que no conociamos de nada y nos puso nombre a todos, decidí no publicar ninguna foto por el foro. Este foro lo lee mucha gente, gente que está de visita y gente que es miembro de él pero que pocas veces participa.
Prefiero que nos pongamos cara en vivo y en directo.
 
Por que no ponéis algunas fotos? Para poneros caras:cachondon::complice:
Amigo Prairie Dog, te prometo que gano en vivo, no soy muy fotogénico jajajajaja..... Es menester que se de la ocasión y nos conozcamos con una birrilla por delante.

Lo que es verdad es que estamos perdiendo las buenas costumbres de escribir las crónicas de las rutitas, unas veces por desidia, otras por no poner los dientes largos a los que no vinieron....pero recuerdo con cariño esas buenas costumbres.

Esta ruta ha sido fantástica de principio a fin. Por el entorno en sí, el sitio donde comimos y la compañía por supuesto.
Partimos a una hora decente previo paso de una pequeña romería frente a nuestras motos en Montequinto, con la sorpresa de que nuestro buen amigo Geconido se sumaba a nuestra ruta. Los apuntados a última hora, Bull (e hijo) y Harloc y Elpadredekero (y sra) que ya estaban esperando junto con el resto que llegamos paulatinamente sumamos nueve motos que salimos a un ritmo tranquilo hacia El Bosque.
El camino, a través de los campos verdes y amarillos que a esa hora reflejaban el sol de manera maravillosa, estaba despejado de tráfico e impregnado de olores y sensaciones que el buen día y el excepcional tiempo regalaban a cada kilómetro. Os juro que el corazón me bombeaba fuerte en cada curva de la alegría que llevaba en el cuerpo.
Ya en en Bosque coincidimos con Martín, Ana, Patricia y Ernota, donde cayó un refrigerio tras los consabidos abrazos, saludos y presentaciones.
La carretera de El Bosque hasta Algar, es sencillamente deliciosa, muy recomendable. Curvas suaves, desniveles agradables y un paisaje digno de retener en la retina y en el corazón. Por supuesto que la parada en Algar era obligatoria al lado de la Plaza de toros. ¡Qué bonito es un pueblo blanco lleno de harleys bien colocaditas! jajajaja....
Después nos dirigimos a El Embalse de los Hurones (o de las Ardillas, cariñosamente renombrado por nosotros). Si alguien no lo ha visitado, por favor que lo haga. No sólo ya por la carretera de acceso, que es una preciosidad, sino por el sitio en sí. Un poblado semihabitado (pero en magnífico estado de conservación) a los pies del majestuoso muro de contención del embalse.
Una vez aparcados, visitilla para comprar la bebida fresquita a la venta y listos para sacar todo el condumio y ponerlo a disposición del personal. La comida compartida sienta mejor, sobre todo si es en compañía de buenos amigos como era el caso. Estoy seguro de que no se nos olvidará a ninguno de los que allí estuvimos. Gracias a nuestro colega el Maño, el señor de la venta nos dejó instalarnos en las sillas y mesas de la venta, por lo que pudimos montar un magnífico tenderete de tuppers, tortillas, embutidos, panes y demás que con el sonido de las risas y la calma del entorno hicieron de las dos horas siguientes una auténtica delicia...
Os aseguro que para mi, lo que vivimos es el auténtico espíritu motero: campo, motos, amigos, risas y comida compartida.
Algún valiente a la hora de la siesta se aventuró a subir al embalse a pie y divisar desde allí toda la panorámica que ofrece un lugar tan elevado y situado en tan magnífico entorno.
Tras los cafelitos llegó la hora de partir para los que tenían algo de prisa, mientras que el resto, tras el reposo, partimos bordeando el embalse de Guadalcacín por su parte sur hasta Arcos de la Frontera. Es un camino de buen firme y entorno muy bonito, llegando en algunos tramos a parecer que nos aproximábamos a una playa, al poder ver las aguas del embalse rodeadas de campos de trigo amarillentos...otra delicia más para la memoria.
En Arcos, hicimos la parada de rigor para el último refrigerio y la despedida de nuestros amigos gaditanos. Un diez para Martín que como jefe de ruta fue extraordinario. Además de ser la alegría de la huerta :partiendose_de_risa.
Los caminos se separaron desde allí para volver por Villamartín y Puerto Serrano hasta Sevilla. a lo largo del camino el grupo de fue desgajando poco a poco a medida que cada uno iba llegando a su salida...esta sensación de irse disolviendo el grupo a medida que la ruta llega a su fin, es también algo que siempre asocio a esos momentos inolvidables de las rutas, cuando te vas despidiendo de los amigos con una sonrisa y un "espero que esto se repita pronto".....
La verdad es que momentos como los que vivimos este día te hacen darte cuenta de la suerte que tenemos por poder disfrutarlos....

Gracias a todos por hacerlo posible y hasta la próxima.....
 
Como siempre, decir que es una buena crónica de la ruta y el buen momento que allí se vivió. Gracias y hasta la próxima. :complice:
 
Amigo Prairie Dog, te prometo que gano en vivo, no soy muy fotogénico jajajajaja..... Es menester que se de la ocasión y nos conozcamos con una birrilla por delante.

Lo que es verdad es que estamos perdiendo las buenas costumbres de escribir las crónicas de las rutitas, unas veces por desidia, otras por no poner los dientes largos a los que no vinieron....pero recuerdo con cariño esas buenas costumbres.

Esta ruta ha sido fantástica de principio a fin. Por el entorno en sí, el sitio donde comimos y la compañía por supuesto.
Partimos a una hora decente previo paso de una pequeña romería frente a nuestras motos en Montequinto, con la sorpresa de que nuestro buen amigo Geconido se sumaba a nuestra ruta. Los apuntados a última hora, Bull (e hijo) y Harloc y Elpadredekero (y sra) que ya estaban esperando junto con el resto que llegamos paulatinamente sumamos nueve motos que salimos a un ritmo tranquilo hacia El Bosque.
El camino, a través de los campos verdes y amarillos que a esa hora reflejaban el sol de manera maravillosa, estaba despejado de tráfico e impregnado de olores y sensaciones que el buen día y el excepcional tiempo regalaban a cada kilómetro. Os juro que el corazón me bombeaba fuerte en cada curva de la alegría que llevaba en el cuerpo.
Ya en en Bosque coincidimos con Martín, Ana, Patricia y Ernota, donde cayó un refrigerio tras los consabidos abrazos, saludos y presentaciones.
La carretera de El Bosque hasta Algar, es sencillamente deliciosa, muy recomendable. Curvas suaves, desniveles agradables y un paisaje digno de retener en la retina y en el corazón. Por supuesto que la parada en Algar era obligatoria al lado de la Plaza de toros. ¡Qué bonito es un pueblo blanco lleno de harleys bien colocaditas! jajajaja....
Después nos dirigimos a El Embalse de los Hurones (o de las Ardillas, cariñosamente renombrado por nosotros). Si alguien no lo ha visitado, por favor que lo haga. No sólo ya por la carretera de acceso, que es una preciosidad, sino por el sitio en sí. Un poblado semihabitado (pero en magnífico estado de conservación) a los pies del majestuoso muro de contención del embalse.
Una vez aparcados, visitilla para comprar la bebida fresquita a la venta y listos para sacar todo el condumio y ponerlo a disposición del personal. La comida compartida sienta mejor, sobre todo si es en compañía de buenos amigos como era el caso. Estoy seguro de que no se nos olvidará a ninguno de los que allí estuvimos. Gracias a nuestro colega el Maño, el señor de la venta nos dejó instalarnos en las sillas y mesas de la venta, por lo que pudimos montar un magnífico tenderete de tuppers, tortillas, embutidos, panes y demás que con el sonido de las risas y la calma del entorno hicieron de las dos horas siguientes una auténtica delicia...
Os aseguro que para mi, lo que vivimos es el auténtico espíritu motero: campo, motos, amigos, risas y comida compartida.
Algún valiente a la hora de la siesta se aventuró a subir al embalse a pie y divisar desde allí toda la panorámica que ofrece un lugar tan elevado y situado en tan magnífico entorno.
Tras los cafelitos llegó la hora de partir para los que tenían algo de prisa, mientras que el resto, tras el reposo, partimos bordeando el embalse de Guadalcacín por su parte sur hasta Arcos de la Frontera. Es un camino de buen firme y entorno muy bonito, llegando en algunos tramos a parecer que nos aproximábamos a una playa, al poder ver las aguas del embalse rodeadas de campos de trigo amarillentos...otra delicia más para la memoria.
En Arcos, hicimos la parada de rigor para el último refrigerio y la despedida de nuestros amigos gaditanos. Un diez para Martín que como jefe de ruta fue extraordinario. Además de ser la alegría de la huerta :partiendose_de_risa.
Los caminos se separaron desde allí para volver por Villamartín y Puerto Serrano hasta Sevilla. a lo largo del camino el grupo de fue desgajando poco a poco a medida que cada uno iba llegando a su salida...esta sensación de irse disolviendo el grupo a medida que la ruta llega a su fin, es también algo que siempre asocio a esos momentos inolvidables de las rutas, cuando te vas despidiendo de los amigos con una sonrisa y un "espero que esto se repita pronto".....
La verdad es que momentos como los que vivimos este día te hacen darte cuenta de la suerte que tenemos por poder disfrutarlos....

Gracias a todos por hacerlo posible y hasta la próxima.....

Con una crónica como esta se te ponen los dientes largos si o si :cachondon: conozco esos lugares y se que son una pasada y mas aun si vas en la burra y con buenos amigos, esas carreteras con algunos lugares espectaculares como el poblado del embalse y esos tramos sombríos a causa de los arboles son una pasada. Saludos y birras para todos:complice:
 
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