josemariasanz
Well-Known Member
Ya he hecho unos cuantos cientos de kilómetros con los nuevos Metzeler Marathon Ultra. He sustituido los anteriores Michelin Scorcher 31 por esta otra marca por una razón, que es la misma que me llevó a comenzar a hacer yo mismo el mantenimiento de la moto: una razón telefónica. Makinostra no coge el teléfono. No coge el teléfono por la mañana ni por la tarde. Cuando digo esto, no me refiero a que llamé una vez.
He recuperado el gobierno de la moto, ese gobierno que he ido perdiendo sin darme cuenta. Es como cuando venía a casa la tía Pili, la tía Conchi, la tía Pepita o la tía Victoria, que nos veían de Pascuas a Ramos y que siempre decían eso de “qué mayores están”. La costumbre de ir rodando pasa por encima de la percepción que tenemos del comportamiento de la moto y llegamos a pensar que todo va bien, cuando en realidad lo que está pasando es que vas perdiendo agarre y precisión pero tú no lo percibes, sino que hace falta que alguien de fuera (otro neumático, otro mecánico) te diga el estado de las cosas, como la tía Pili, la tía Conchi, la tía Pepita o la tía Victoria, que ven las cosas que tú no ves por razón del tiempo y de la distancia.
Lo cierto es que ahora he recuperado la sensación de gobierno, de agarre. Por ejemplo, ahora, cuando paso por encima de una línea blanca, la moto ya no me hace así. En las rotondas entro con más franqueza y en las curvas desconocidas tengo más confianza.
No sé cuánto tiempo se va a mantener ese agarre ni cuántos kilómetros me van a durar ni cómo se comportarán en suelo mojado pero, de momento, voy contento por la vida con estas ruedas, voy contento por cómo me han atendido en Neumáticos Richard y voy contento por tantas otras cosas que no vienen al caso.
Y ahora, amigos, permitidme que vaya a la nevera, que ya son las siete y media y aun no he hecho la primera toma del día. Salud para todos.
He recuperado el gobierno de la moto, ese gobierno que he ido perdiendo sin darme cuenta. Es como cuando venía a casa la tía Pili, la tía Conchi, la tía Pepita o la tía Victoria, que nos veían de Pascuas a Ramos y que siempre decían eso de “qué mayores están”. La costumbre de ir rodando pasa por encima de la percepción que tenemos del comportamiento de la moto y llegamos a pensar que todo va bien, cuando en realidad lo que está pasando es que vas perdiendo agarre y precisión pero tú no lo percibes, sino que hace falta que alguien de fuera (otro neumático, otro mecánico) te diga el estado de las cosas, como la tía Pili, la tía Conchi, la tía Pepita o la tía Victoria, que ven las cosas que tú no ves por razón del tiempo y de la distancia.
Lo cierto es que ahora he recuperado la sensación de gobierno, de agarre. Por ejemplo, ahora, cuando paso por encima de una línea blanca, la moto ya no me hace así. En las rotondas entro con más franqueza y en las curvas desconocidas tengo más confianza.
No sé cuánto tiempo se va a mantener ese agarre ni cuántos kilómetros me van a durar ni cómo se comportarán en suelo mojado pero, de momento, voy contento por la vida con estas ruedas, voy contento por cómo me han atendido en Neumáticos Richard y voy contento por tantas otras cosas que no vienen al caso.
Y ahora, amigos, permitidme que vaya a la nevera, que ya son las siete y media y aun no he hecho la primera toma del día. Salud para todos.