moriwoki
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Hola a todos.
El próximo lunes, día 31, se celebra en Jerez la cuarta y penúltima prueba de la Mac-90; algo así como un campeonato de España para aficionados (aunque muchos no lo son, en absoluto), en el que venimos participando mi compañero Juan Pedro y yo desde hace 4 años.
Jerez es una pista que me sencillamente me fascina, un trazado que encierra rincones envueltos por un halo de misterio. Y lo digo completamente en serio porque lo cierto es que hay curvas que aparentan ser algo antes de entrar, otra cosa muy diferente una vez que estás inmerso dentro de ellas y que terminan revelándose en la salida con una forma que no imaginabas; y lo mejor de todo es que vuelta tras vuelta mantienen ese mismo efecto, aunque ya la conozcas como a un viejo amigo. Curvas así son las de Sito Pons o la de Aspar, por ejemplo.
Pero por otro lado, Jerez tiene curvas de pura decisión, curvas muy rápidas en las que buscas el punto exacto donde ajustar la mira, telescópica e imaginaria, que llevas en la nariz del carenado, y te lanzas a por su vértice en el instante siguiente, un instante sin retorno, donde ya no valen las dudas ni mucho menos las rectificaciones porque, sencillamente, te sales de la pista a una velocidad de escalofrío: La de Crivillé es de 4ª y la de Ferrari de 5ª (unos 180 por hora rapelando el gas y con la rodilla arrastrando por el asfalto) ¡Inaudito y apasionante!
Un circuito cuajado de épicos recuerdos que acuden a tu memoria mientras los recorres emulando a las estrellas que los protagonizaron; un circuito en el que se respira la pasión por la velocidad y el culto al motociclismo, un circuito mágico que representa, hoy por hoy, la catedral mundial de la moto, La Meca a la que peregrinaremos, mi amigo Juan Pedro y el que os escribe, durante el próximo fin de semana.
Pero esta vez no será como la anterior en la que os escribí algo parecido (Almería), esta vez no sólo os llevaré durante la carrera en algún rincón de mi pensamiento -apartado, eso sí, de la concentración más absoluta para pilotar-, esta vez os exhibiré delante de las otras motos, los comisarios de pista y los boxes, los jueces de las verificaciones y los rivales en un lugar preferente del carenado. He colocado una pegatina, otra, pero ésta muy especial que llevaré como el estandarte de una amistad, de esa amistad clara y sin pretensiones que une a tantos y tantos motoristas; de esa amistad que me une, sin ir más lejos, a mí, que soy piloto (o pilotillo), con vosotros, los harlystas, los tíos y tías de negro, una gente que me ha acogido sin prejuicios ni exigencias, sin premisas ni requisitos, una gente estupenda.
Me he permitido la irreverencia de plantar un emblema tan noble, y también tan oscuro, en una moto plastiquera, para vosotros, una moto que, aunque os parezca mentira, también muestra un lado lírico y secreto a su piloto cada vez que baila con él en perfecta sincronía al inexorable ritmo que marca el cronómetro. Al fin y al cabo, también es una bicilíndrica, y de 1200, como las Sportster o V-Rod.
Os llevo conmigo.
Un abrazo.
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