oldbigchief
Well-Known Member
Era el sábado de la Reunión HDC de Castellón, por la tarde, y andábamos triangulando relajadamente todos los baritos que nos parecían bien entre Castellón-El Grao-Benicásim, y se nos había quedado atrás alguno de los peludos (mis colegas de Barna).
Me paré en una enorme rotonda (ya empezaban a plantarlas, dita sea) a esperar al cebollo. Esto de parar para reunificarnos era cojonudo: Podías dar la vuelta que he dicho antes a pleno día y tardar una hora... sin contar cubatas y/o birras.
El Jorgito rezongando, el Hombre Feliz encantado como siempre, mi brujita a punto de dormirse en la chopper y, de repente, sin venir a cuento, vemos llegar a la rotonda, procedentes de dentro de la ciudad, dos Harleys. Un sólo segundo de duda, y tuve que crérmelo: Arturo ("El Aristócrata") y el Sr. Oliver (el mejor harlysta), en carne, hueso y motos.
Hubo que empujar motos pa subirlas a la cera, explicar cortésmente al resto de conductores usuarios de la vía que es que nosotros parábamos asín en Barcelona, aguantar el usual concierto de claxons y términos irreproducibles en este honesto foro, presentar estos personajes a tól mundo, (tól mundo estupefacto, viendo dos atildados motoristas tan fuera de lugar en Castellón como un perroflauta en misa), y hasta mantenerme serio cuando Sandro Pelucca, (corredor con Harleys, hijo de corredor con Gileras), muy jovencito y preocupado, me aseguraba que "ese tío viejo tiene todas las pintas de un Comisario de la BIC, tío!".
A todo esto, el Sr. Oliver y Arturo explicaban a todo el mundo qué cojones pintaban allí:
"El Sr. Oliver era Vocal de Honor -o algo por el estilo- de la Comisión de Festejos del pueblo de su amado chalé, Barberá del Vallés. El Arturo (q.e.p.d.), estaba solo, pues su dama se ocupaba de exponer en Francia alguna cosa de las suyas, y no se le ocurrió -al Arturo, que era más retorcío que el Ultra-, otra cosa que cogerse su Heritage recién comprada en París (no la compró en 24Horas no sé porqué) y subirse a ver al Sr. Oliver a la torrecita de Barberá.
El Sr. Oliver observaba intrigado a Arturo, y no hacía más que preguntarle por nosotros y nuestra pandilla. Que si nos habíamos largado a Castellón desde el jueves, que menudo fiestón, que no quieras imaginar lo que será que vean una FL-1953, que él (el Arturo), siempre había deseado, al menos, asomar los hocicos por el Pinar del Grao a ver qué cojones era eso, que tal y tal...
........
....y cinco minutos depués, mientras su mujer vociferaba que en menos de una hora tenían que estar en la plaza para el chupinazo y tal, el Sr. Oliver le daba el patadón de rigor a sy Hydra, el Arturo al botoncillo de su Heritage, y enfilaron hacia al sur al tiempo que el Sr. Oliver juraba a su mujer por todos sus muertos que iba a por tabaco al pueblo con su amigo Arturo.
Juro por todo lo que os valga la pena, amigos, que esto es absojodidalutamente cierto. Como que estoy escribiéndolo. Y esto nos lo contaron displicentemente a las seis de la tarde del mismo sábado aquél, en Castellón, a los (como mínimo) diez motarras que nos juntamos alborozados con ellos.
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Pasaron el sábado con nosotros (el Arturo nos acojonó como de costumbre comprándole el restaurante al pavo que nos servía remolonamente, (y no bromeaba!!), y de aquella noche guardo el recuerdo del mejor emperador a la plancha que he comido jamás. No recuerdo si ocupábamos medio pasillo del "Golf", o el "Doña Lola", o nuestro querido "Hostal Herreros" de otros años, pero por la mañana -era lógico, coñe!- en vez de comer en el Grao con toda la peña de quinientas motos echamos por la N-340 para el norte, hacia Barcelona.
El Arturo -¡cómo no, joér!- tenía un conocimiento, o amistad, o lo que fuera, en el Puerto de San Carlos de la Rábita, y allá que nos metió a todos, casi casi a puñetazos (aquello estaba a rebosar de familias domingueras y endomingadas llenas de niños a comer paella), y como siempre, al final comimos... y bebimos. Menuda pasada de sangría. Menos mal que mi chopper tenía piloto astromático pa llegar a casa, que si no nos vamos a dormir a Barbastro por lo menos.
Pero el viaje de retorno es otra historia, igual que el viaje, ya con todas las mujeres, del año siguiente: He podido cocinar para vosotros una foto. En ella veréis al Sr. Oliver, Arturo y mi menda.
Me paré en una enorme rotonda (ya empezaban a plantarlas, dita sea) a esperar al cebollo. Esto de parar para reunificarnos era cojonudo: Podías dar la vuelta que he dicho antes a pleno día y tardar una hora... sin contar cubatas y/o birras.
El Jorgito rezongando, el Hombre Feliz encantado como siempre, mi brujita a punto de dormirse en la chopper y, de repente, sin venir a cuento, vemos llegar a la rotonda, procedentes de dentro de la ciudad, dos Harleys. Un sólo segundo de duda, y tuve que crérmelo: Arturo ("El Aristócrata") y el Sr. Oliver (el mejor harlysta), en carne, hueso y motos.
Hubo que empujar motos pa subirlas a la cera, explicar cortésmente al resto de conductores usuarios de la vía que es que nosotros parábamos asín en Barcelona, aguantar el usual concierto de claxons y términos irreproducibles en este honesto foro, presentar estos personajes a tól mundo, (tól mundo estupefacto, viendo dos atildados motoristas tan fuera de lugar en Castellón como un perroflauta en misa), y hasta mantenerme serio cuando Sandro Pelucca, (corredor con Harleys, hijo de corredor con Gileras), muy jovencito y preocupado, me aseguraba que "ese tío viejo tiene todas las pintas de un Comisario de la BIC, tío!".
A todo esto, el Sr. Oliver y Arturo explicaban a todo el mundo qué cojones pintaban allí:
"El Sr. Oliver era Vocal de Honor -o algo por el estilo- de la Comisión de Festejos del pueblo de su amado chalé, Barberá del Vallés. El Arturo (q.e.p.d.), estaba solo, pues su dama se ocupaba de exponer en Francia alguna cosa de las suyas, y no se le ocurrió -al Arturo, que era más retorcío que el Ultra-, otra cosa que cogerse su Heritage recién comprada en París (no la compró en 24Horas no sé porqué) y subirse a ver al Sr. Oliver a la torrecita de Barberá.
El Sr. Oliver observaba intrigado a Arturo, y no hacía más que preguntarle por nosotros y nuestra pandilla. Que si nos habíamos largado a Castellón desde el jueves, que menudo fiestón, que no quieras imaginar lo que será que vean una FL-1953, que él (el Arturo), siempre había deseado, al menos, asomar los hocicos por el Pinar del Grao a ver qué cojones era eso, que tal y tal...
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....y cinco minutos depués, mientras su mujer vociferaba que en menos de una hora tenían que estar en la plaza para el chupinazo y tal, el Sr. Oliver le daba el patadón de rigor a sy Hydra, el Arturo al botoncillo de su Heritage, y enfilaron hacia al sur al tiempo que el Sr. Oliver juraba a su mujer por todos sus muertos que iba a por tabaco al pueblo con su amigo Arturo.
Juro por todo lo que os valga la pena, amigos, que esto es absojodidalutamente cierto. Como que estoy escribiéndolo. Y esto nos lo contaron displicentemente a las seis de la tarde del mismo sábado aquél, en Castellón, a los (como mínimo) diez motarras que nos juntamos alborozados con ellos.
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Pasaron el sábado con nosotros (el Arturo nos acojonó como de costumbre comprándole el restaurante al pavo que nos servía remolonamente, (y no bromeaba!!), y de aquella noche guardo el recuerdo del mejor emperador a la plancha que he comido jamás. No recuerdo si ocupábamos medio pasillo del "Golf", o el "Doña Lola", o nuestro querido "Hostal Herreros" de otros años, pero por la mañana -era lógico, coñe!- en vez de comer en el Grao con toda la peña de quinientas motos echamos por la N-340 para el norte, hacia Barcelona.
El Arturo -¡cómo no, joér!- tenía un conocimiento, o amistad, o lo que fuera, en el Puerto de San Carlos de la Rábita, y allá que nos metió a todos, casi casi a puñetazos (aquello estaba a rebosar de familias domingueras y endomingadas llenas de niños a comer paella), y como siempre, al final comimos... y bebimos. Menuda pasada de sangría. Menos mal que mi chopper tenía piloto astromático pa llegar a casa, que si no nos vamos a dormir a Barbastro por lo menos.
Pero el viaje de retorno es otra historia, igual que el viaje, ya con todas las mujeres, del año siguiente: He podido cocinar para vosotros una foto. En ella veréis al Sr. Oliver, Arturo y mi menda.