El problema que tiene la globalización es que se genera una competencia desleal entre los países supuestamente menos desarrollados y los más desarrollados. Una fábrica en china donde la jornada laboral es de 60 horas, el sueldo de los curritos es ridículo, los derechos humanos son inexistentes, no hay que cumplir normativa alguna sobre contaminación ni seguridad, etc, etc, es imposible que pueda competir con una fábrica en España, Portugal, EEUU, Japón, Alemania, o cualquier otro país del primer mundo con un mínimo de calidad de vida. Los responsables de este desastre son por un lado los gobiernos de Europa y de EEUU que no ponen los aranceles correspondientes a estas exportaciones, y por otro los propios consumidores del primer mundo que prefieren comprar más barato que castigar a las marcas por esta competencia desleal.
Al final lo único que vamos a conseguir es que Europa y EEUU pierdan su tejido industrial, la población se quede en paro y no haya clientes que puedan pagar para consumir lo que se fabrica en Asia. Quienes van a salir beneficiados son los cuatro inversores que se forren a corto plazo con estas prácticas de deslocalización de la industria, y las mafias chinas que controlan el cotarro, porque los trabajadores de allí seguirán siendo esclavos que trabajan por cama y comida, por mucho dinero que entre.
Las calidades chinas no es que sean malas, es que tradicionalmente los productos que nos llegan desde allí son malos porque están hechos con materiales baratos y escasos contorles de calidad para poder venderlos aquí a precios ridículos.