oldbigchief
Well-Known Member
(Bueno, claro, aquí hay que matizar: El mejor que he conocido).
Se llamaba (en pretérito, hace años que se mudó a las autopistas del cielo), se llamaba Oliver, y era un afamado sastre vieja escuela de la calle Urgel de Barcelona.
Entre sus pocas amistades llamaba de cojones la atención la presencia, en todo el centro de su pulquérrima sastrería, de una ominosa Harley Davidson Hydra Glide del 53, comprada en legítima subasta al Ejército, y que había sido de la escolta de Franco. Una curiosa lata de zinc, de unos tres cm. de altura y 50x30 de lados, sesteaba plácidamente (à la Rajoy) debajo de la barriga del monstruo recogiendo los continuos y abundantes goteos de aceite. Cuando se trataba de sacar la bicha, simplemente volcaba el litro o dos de la lata en el tanque de la Panhead y a tomar por c..., este...., quiero decir, a otra cosa mariposa.
La moto había sido pintada, repasada y matriculada en Madrid, y se la mantenía un viejo amigo mecánico que -desgraciadamente- había pasado a mejor vida años atrás, y la pobre Hydra acumulaba ya más achaques que la economía socialista.
Oliver era ya muy viejo, pero seguía arrancando la bestia a patadas; -supongo que los espíritus del Alzheimer deben salir pitando con la humareda y los juramentos-, y un día su amigo Arturo, alias "El Aristócrata", le habló de un pavo bigotudo que le cuidaba la Heritage. Como es lógico, el señor Oliver le mandó al Arturo con toda cortesía a tomar puelkulo, y se dispuiso a esperar un milagro o algo así. Mientras, con achaques y todo, la Hydra iba que echaba leches los fines de semana. (Lo cual era doblemente admirable, habida cuenta de que el Sr. Oliver esta ciego como un puto murciélado, y tampoco su musculamen era para esperar ese dominio indispensable de estos maquinones).
Bien, pues un día Arturo (q.e.p.d., murió a los cincuenta justos, cagontóloquesemenea), Arturo, digo, convenció al Sr. Oliver y me se lo trujo a mi tallercito. Yo me escojonaba pa mis adentros... (¿Alguno puede imaginar a un honrado pastor de cabras del Beluchistán entregando a su hija virgen para ver si se casa o se mete a Tele5?)..... Pues bien, esa era exactamente la expresión de mosqueo, desconfianza, suspicacia y mal mirar. Algo así como cuando le dices "preciosa" a una muñequita y se vuelve a mirarte con ambas cejas bajadas. Justo.
La moto venía caliente como un kazajo en un rodaje porno (era pleno verano, por la noche) y yo por hacer algo me puse los guantes térmicos y cogí un par de llaves y me fuí para la bicha. La verdad es que era -como cualquier Hydra- obscenamente guapa. Le habían añadido dos relojillos (Ducati, seguro) y un par de faritos "Rinder", pero conservaba los -¡¡carííísimos!!!- pilotos "Guide" con cristal de lupa sobre los faritos.
Joder, tíos: Voy a tocar las tuercas que nunca fallan (las del pie del cilindro) y SE ME MUEVE EL CILINDRO. Me fuí raudo pa dentro a por la pata conejo, las hierbas del Mahbarata, las semillas sagradas del brujo que conocí en Bhula-Mtu-Mumba, el agua bendita y mi martillo del 15 por si acaso.
No eran espíritus malignos: El cilindro se movía. Y el de detrás también. Lo juro. Todo el sistema de anclaje de los pesados cabezones estaba flojo. Y las tóricas metálicas del colector der admisión, entonces, deberían estar como los máster de la Pajín! ¡¡Y el viejo la arrancaba a pedal!!
No pude convencerle de nada, por la sencilla razón de que el viejo, de mecánica, ni puta idea. Tenía SU Harley, disfrutaba con SU Harley y se entendía de p*** madre con SU Harley. Y, claro, que ni hablar de dejarla, que antes se ponía vaqueros, o se suicidaba, o que no que no y que no. Nos costó una hora al aristócrata y a mí convencerle, pedir un taxi y mandarlo a casa.
La tuve tres días, y bien sabe Dios que jamás he trabajado tanto, tan feliz y tan amorosamente en una moto como aquella. Sólo precisaba lo que hoy se dice tanto en el mercado de las clásicas y los clásciso "TLC", (Tender Loving Care), o sea, cuidado tierno y amoroso.
Cuando vino tres días depués y se le puso en marcha a la primera patada -como le dije que hiciera- sin "prime" ni zarandajas, se le distendió el semblante. Era un hombre feliz. YO le había hecho feliz. Y, claro, a pesar de la bronca en casa luego, ¿cómo se cobra a un tío al que has hecho feliz?
-----------------------------
Joder, aquí uno como siempre. Ya me he cocinado un peazo tocho del copetín y no he dicho una palabra de porqué el señor Oliver era (y siempre será) el mejor harlysta de España.
Que lo dén puelkulo again. Ya lo contaré otro día. aQUÍ VA UNA FOTO DEL INTERFCETO:
Se llamaba (en pretérito, hace años que se mudó a las autopistas del cielo), se llamaba Oliver, y era un afamado sastre vieja escuela de la calle Urgel de Barcelona.
Entre sus pocas amistades llamaba de cojones la atención la presencia, en todo el centro de su pulquérrima sastrería, de una ominosa Harley Davidson Hydra Glide del 53, comprada en legítima subasta al Ejército, y que había sido de la escolta de Franco. Una curiosa lata de zinc, de unos tres cm. de altura y 50x30 de lados, sesteaba plácidamente (à la Rajoy) debajo de la barriga del monstruo recogiendo los continuos y abundantes goteos de aceite. Cuando se trataba de sacar la bicha, simplemente volcaba el litro o dos de la lata en el tanque de la Panhead y a tomar por c..., este...., quiero decir, a otra cosa mariposa.
La moto había sido pintada, repasada y matriculada en Madrid, y se la mantenía un viejo amigo mecánico que -desgraciadamente- había pasado a mejor vida años atrás, y la pobre Hydra acumulaba ya más achaques que la economía socialista.
Oliver era ya muy viejo, pero seguía arrancando la bestia a patadas; -supongo que los espíritus del Alzheimer deben salir pitando con la humareda y los juramentos-, y un día su amigo Arturo, alias "El Aristócrata", le habló de un pavo bigotudo que le cuidaba la Heritage. Como es lógico, el señor Oliver le mandó al Arturo con toda cortesía a tomar puelkulo, y se dispuiso a esperar un milagro o algo así. Mientras, con achaques y todo, la Hydra iba que echaba leches los fines de semana. (Lo cual era doblemente admirable, habida cuenta de que el Sr. Oliver esta ciego como un puto murciélado, y tampoco su musculamen era para esperar ese dominio indispensable de estos maquinones).
Bien, pues un día Arturo (q.e.p.d., murió a los cincuenta justos, cagontóloquesemenea), Arturo, digo, convenció al Sr. Oliver y me se lo trujo a mi tallercito. Yo me escojonaba pa mis adentros... (¿Alguno puede imaginar a un honrado pastor de cabras del Beluchistán entregando a su hija virgen para ver si se casa o se mete a Tele5?)..... Pues bien, esa era exactamente la expresión de mosqueo, desconfianza, suspicacia y mal mirar. Algo así como cuando le dices "preciosa" a una muñequita y se vuelve a mirarte con ambas cejas bajadas. Justo.
La moto venía caliente como un kazajo en un rodaje porno (era pleno verano, por la noche) y yo por hacer algo me puse los guantes térmicos y cogí un par de llaves y me fuí para la bicha. La verdad es que era -como cualquier Hydra- obscenamente guapa. Le habían añadido dos relojillos (Ducati, seguro) y un par de faritos "Rinder", pero conservaba los -¡¡carííísimos!!!- pilotos "Guide" con cristal de lupa sobre los faritos.
Joder, tíos: Voy a tocar las tuercas que nunca fallan (las del pie del cilindro) y SE ME MUEVE EL CILINDRO. Me fuí raudo pa dentro a por la pata conejo, las hierbas del Mahbarata, las semillas sagradas del brujo que conocí en Bhula-Mtu-Mumba, el agua bendita y mi martillo del 15 por si acaso.
No eran espíritus malignos: El cilindro se movía. Y el de detrás también. Lo juro. Todo el sistema de anclaje de los pesados cabezones estaba flojo. Y las tóricas metálicas del colector der admisión, entonces, deberían estar como los máster de la Pajín! ¡¡Y el viejo la arrancaba a pedal!!
No pude convencerle de nada, por la sencilla razón de que el viejo, de mecánica, ni puta idea. Tenía SU Harley, disfrutaba con SU Harley y se entendía de p*** madre con SU Harley. Y, claro, que ni hablar de dejarla, que antes se ponía vaqueros, o se suicidaba, o que no que no y que no. Nos costó una hora al aristócrata y a mí convencerle, pedir un taxi y mandarlo a casa.
La tuve tres días, y bien sabe Dios que jamás he trabajado tanto, tan feliz y tan amorosamente en una moto como aquella. Sólo precisaba lo que hoy se dice tanto en el mercado de las clásicas y los clásciso "TLC", (Tender Loving Care), o sea, cuidado tierno y amoroso.
Cuando vino tres días depués y se le puso en marcha a la primera patada -como le dije que hiciera- sin "prime" ni zarandajas, se le distendió el semblante. Era un hombre feliz. YO le había hecho feliz. Y, claro, a pesar de la bronca en casa luego, ¿cómo se cobra a un tío al que has hecho feliz?
-----------------------------
Joder, aquí uno como siempre. Ya me he cocinado un peazo tocho del copetín y no he dicho una palabra de porqué el señor Oliver era (y siempre será) el mejor harlysta de España.
Que lo dén puelkulo again. Ya lo contaré otro día. aQUÍ VA UNA FOTO DEL INTERFCETO: