Son tantas veces ya que he vivido, he presenciado, me han contado o he leído lo mismo. Otro compañero más en la lista y por los mismos gilipollas de siempre.
Sí, lo he escrito bien, gilipollas.
Cuando se toca el asunto de una falta gratuita y divertida de respeto que se lleva por delante la vida de un compañero, siento una indignación que me revuelve las entrañas, y en mi fuero interno no encuentro ninguna razón moral para reprimirla.
Somos motoristas, los más vulnerables de la ruta subidos sobre un motor, y debemos de guardarnos muy mucho de la falta de consideración que ponen en juego estos sujetos cada vez que se sientan frente a un volante.
Un abrazo a la familia, de corazón.