moriwoki
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http://www.foroharley.com/f12/conducir-harley-viento-ii-parte-20134/
A esa concentración en general que debemos mantener con el viento podemos añadirle una labor preventiva o de anticipación.
Hay algunas ráfagas de viento que se ven venir; por ejemplo, cuando nos disponemos a dejar atrás un corte del terreno o un grupo de casas que nos han servido de abrigo en el lado que nos lanza el viento. Debemos, así mismo, anticiparnos explorando el panorama que tenemos delante, y allí donde veamos que los árboles se agitan con más fuerza, que se doblan, o que una corriente de polvo cruza el asfalto, prepararnos para afrontarlo aferrándonos con fuerza al manillar y echando el cuerpo hacia el lado de donde nos va a sacudir el viento.
Vientos de derechas y vientos de izquierdas:
Cuando circulemos por autovía o carretera de doble sentido y el viento nos castigue desde la derecha, uno de los momentos más dedicados que nos encontraremos llegará a la hora de adelantar a un camión –en el caso de un coche también se nota, aunque en una minúscula medida-.
Cuando nos vayamos acercando a uno de estos gigantes de la carretera, sentiremos cómo el viento comienza a disminuir su fuerza al mismo tiempo que oscila a un lado y a otro. Esa oscilación aumenta, y alcanza su punto máximo cuando nos encontramos a unos quince metros del camión. En esos momentos la oscilación tomará una cadencia y una violencia inusitadas: el casco, nuestros hombros y la moto entera se sentirán como un títere a merced de las turbulencias. Es como si una mano gigante nos abofeteara con saña. Evidentemente, nunca deberemos quedarnos ahí, a merced de esas bofetadas y debemos progresar hacia adelante rápidamente.
Tres metros más adelante, las bofetadas desaparecen y el viento con toda su fuerza también, produciendo un extraño efecto de absorción: como si la trasera del camión pretendiera tragarnos (es el efecto que se usa en las carreras para adelantar a un rival y que se conoce como “Rebufo”). En realidad, lo que ocurre es que venimos durante kilómetros luchando contra la fuerza eólica y de repente desaparece por completo mientras nosotros, nuestra moto, mantenemos aún la misma inercia. Vamos rebasando el camión sin rastro del viento, pero atención al llegar a la cabina. Debemos prepararnos para encarar una nueva sacudida, que aparecerá de una forma especialmente virulenta en cuanto rebasemos la ventanilla del conductor. En esos momentos debemos atacar al viento, no esperar simplemente su aparición agarrándonos al manillar pasivamente, pensando en aguantarlo. Tenemos que anticiparnos, tirarnos a por él justo en el momento en el va a aparecer por delante de la cabina del camión. No es cuestión de aguantar simplemente, a veces eso no bastará, hay que ir a por el viento, encararlo, respetando lógicamente una mínima distancia con el camión.
Cuando el viento nos entra por la izquierda y circulamos por autovía, no presenta ningún problema específico, salvo que nuestra marcha sea tan lenta que nos llegue a adelantar un camión o una voluminosa furgoneta, en cuyo caso debemos estar atentos a los segundos durante los que su carrocería nos mantendrá al resguardando del viento porque producirá en nosotros ese falso efecto de absorción.
Circulando, en cambio, por una carretera de doble sentido, el cruce con los camiones puede llegar a ser en ocasiones espectacular. Cuando divisemos uno de estos monstruos acercándose hacia nosotros, primero, tendremos en cuenta otra vez el falso efecto de absorción que nos puede desviar por un momento hacia la izquierda, que es, recordemos en este caso, el carril del sentido contrario. Un instante después sentiremos toda la fuerza del viento sacudiéndonos con un golpe seco y contundente, que sonará con estrépito dentro de nuestro casco. Es como si el camión trajera el viento, arrastrándolo tras de sí, y nos lo lanzara a la cara justo un instante después de cruzarnos con él.
Una especificación para el harlysta que se enfrenta a un recorrido medio o largo con viento. Una particularidad para el caso concreto de los cascos abiertos, tan comunes que parecen obligados en el mundo Harley. Debemos de tener en cuenta todas las partículas y el polvo que viajan en el seno del viento y que su fuerza puede proyectar contra vuestro rostro; también tened en cuenta que pueden llegar a los ojos, incluso, colándose por los laterales de unas gafas de sol. Son cuestiones de Perogrullo que a veces uno distrae, olvida, antes de partir.
Por último, calcular cuando vayamos a pie que esa ligera brisa que nos acaricia el rostro, no es tal ni tan deliciosa entorno a los cien kilómetros por hora, que aumenta hasta convertirse en el viento que habitualmente sentimos todos los motoristas en carretera. Si cuando caminamos sentimos cómo el viento agita nuestra ropa o las hojas de los árboles que nos rodean, calculad que esa fuerza se multiplicará cuando vayáis a subiros sobre vuestra Harley.
Mucha suerte.
http://www.foroharley.com/f12/conducir-harley-viento-ii-parte-20134/
A esa concentración en general que debemos mantener con el viento podemos añadirle una labor preventiva o de anticipación.
Hay algunas ráfagas de viento que se ven venir; por ejemplo, cuando nos disponemos a dejar atrás un corte del terreno o un grupo de casas que nos han servido de abrigo en el lado que nos lanza el viento. Debemos, así mismo, anticiparnos explorando el panorama que tenemos delante, y allí donde veamos que los árboles se agitan con más fuerza, que se doblan, o que una corriente de polvo cruza el asfalto, prepararnos para afrontarlo aferrándonos con fuerza al manillar y echando el cuerpo hacia el lado de donde nos va a sacudir el viento.
Vientos de derechas y vientos de izquierdas:
Cuando circulemos por autovía o carretera de doble sentido y el viento nos castigue desde la derecha, uno de los momentos más dedicados que nos encontraremos llegará a la hora de adelantar a un camión –en el caso de un coche también se nota, aunque en una minúscula medida-.
Cuando nos vayamos acercando a uno de estos gigantes de la carretera, sentiremos cómo el viento comienza a disminuir su fuerza al mismo tiempo que oscila a un lado y a otro. Esa oscilación aumenta, y alcanza su punto máximo cuando nos encontramos a unos quince metros del camión. En esos momentos la oscilación tomará una cadencia y una violencia inusitadas: el casco, nuestros hombros y la moto entera se sentirán como un títere a merced de las turbulencias. Es como si una mano gigante nos abofeteara con saña. Evidentemente, nunca deberemos quedarnos ahí, a merced de esas bofetadas y debemos progresar hacia adelante rápidamente.
Tres metros más adelante, las bofetadas desaparecen y el viento con toda su fuerza también, produciendo un extraño efecto de absorción: como si la trasera del camión pretendiera tragarnos (es el efecto que se usa en las carreras para adelantar a un rival y que se conoce como “Rebufo”). En realidad, lo que ocurre es que venimos durante kilómetros luchando contra la fuerza eólica y de repente desaparece por completo mientras nosotros, nuestra moto, mantenemos aún la misma inercia. Vamos rebasando el camión sin rastro del viento, pero atención al llegar a la cabina. Debemos prepararnos para encarar una nueva sacudida, que aparecerá de una forma especialmente virulenta en cuanto rebasemos la ventanilla del conductor. En esos momentos debemos atacar al viento, no esperar simplemente su aparición agarrándonos al manillar pasivamente, pensando en aguantarlo. Tenemos que anticiparnos, tirarnos a por él justo en el momento en el va a aparecer por delante de la cabina del camión. No es cuestión de aguantar simplemente, a veces eso no bastará, hay que ir a por el viento, encararlo, respetando lógicamente una mínima distancia con el camión.
Cuando el viento nos entra por la izquierda y circulamos por autovía, no presenta ningún problema específico, salvo que nuestra marcha sea tan lenta que nos llegue a adelantar un camión o una voluminosa furgoneta, en cuyo caso debemos estar atentos a los segundos durante los que su carrocería nos mantendrá al resguardando del viento porque producirá en nosotros ese falso efecto de absorción.
Circulando, en cambio, por una carretera de doble sentido, el cruce con los camiones puede llegar a ser en ocasiones espectacular. Cuando divisemos uno de estos monstruos acercándose hacia nosotros, primero, tendremos en cuenta otra vez el falso efecto de absorción que nos puede desviar por un momento hacia la izquierda, que es, recordemos en este caso, el carril del sentido contrario. Un instante después sentiremos toda la fuerza del viento sacudiéndonos con un golpe seco y contundente, que sonará con estrépito dentro de nuestro casco. Es como si el camión trajera el viento, arrastrándolo tras de sí, y nos lo lanzara a la cara justo un instante después de cruzarnos con él.
Una especificación para el harlysta que se enfrenta a un recorrido medio o largo con viento. Una particularidad para el caso concreto de los cascos abiertos, tan comunes que parecen obligados en el mundo Harley. Debemos de tener en cuenta todas las partículas y el polvo que viajan en el seno del viento y que su fuerza puede proyectar contra vuestro rostro; también tened en cuenta que pueden llegar a los ojos, incluso, colándose por los laterales de unas gafas de sol. Son cuestiones de Perogrullo que a veces uno distrae, olvida, antes de partir.
Por último, calcular cuando vayamos a pie que esa ligera brisa que nos acaricia el rostro, no es tal ni tan deliciosa entorno a los cien kilómetros por hora, que aumenta hasta convertirse en el viento que habitualmente sentimos todos los motoristas en carretera. Si cuando caminamos sentimos cómo el viento agita nuestra ropa o las hojas de los árboles que nos rodean, calculad que esa fuerza se multiplicará cuando vayáis a subiros sobre vuestra Harley.
Mucha suerte.
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