josemariasanz
Well-Known Member
El sábado iba a hacer buen tiempo. Iba a estar soleado y la temperatura iba a ser buena, aunque finalmente el sol no fue tanto y la temperatura tampoco. Pero eso ya no importa cuando estás embarcado en la autovía para llegar al punto de arranque que, como de costumbre, era la Darix Roundabout, también conocida como Scozor Square.
Tengo la manía de llegar el primero. Siempre llego el primero. Y no lo hago por no saber calcular. Sino que aun calculando certeramente me gusta estar más que puntual. Incluso pude repostar hasta rebosar una vez llegado a Madrid.
Estando en estas, echando el pitillo y viendo despertar Madrid, oí una moto. Un sonido lejano que se acercaba por la Ilustración. Resultó ser Cheko, amigo de Darix y, ahora, de todos nosotros. Darix me había dicho que su amigo Cheko tenía una Harley-Davidson con poca autonomía, lo que me llevó a sospechar lo que finalmente se confirmó: una Sportster Forty Eight. Impresionante moto y bonita customización.
Al poco apareció Leif, cuya Clementina está saliendo lentamente de su vejez con evidente pronóstico de mejora. Proclive con La Abuela y Álvaro con una Kawasaki reconstruida con sus propias manos. Y Darix, presa de los efectos secundarios de Whatsapp. Ya estamos todos. Adiós, Leif, más gasolina para ellos… y nos vamos.
La idea inicial era ir, en primer lugar, a El Berrueco, pero no resultó así. La segunda parada era en El Atazar. Para ello tomamos la carretera de Colmenar Viejo. A la derecha hacia Guadalix de la Sierra y todo de frente hacia Torrelaguna, donde tuve la necesidad de parar.
Comenzamos la subida hacia el pantano y tomamos el desvío hacia la presa, dejando al fondo El Berrueco. Bordeamos el embalse y llegamos al pueblo. El pueblo estaba tomado por las motos. La plaza, el bar de la plaza estaba repleto de gente al sol.
Cheko y yo hicimos la vuelta por la carretera de Patones y nos despedimos en El Casar.
Esto es lo que pasó. Solo pasó eso, que cinco motos se fueron a dar un garbeo el sábado, como todo el mundo. Porque las carreteras estaban llenas de motos. Motos de carrera, motos custom, Erres y motos naked. Todas las motos del centro peninsular salieron el sábado.
Salir en moto con los amigos es dejar atrás tantas cosas y es poner delante, por unas horas, otras. Todos buscamos salir de vez en cuando. Todos necesitamos salirnos de vez en cuando y ser lo que somos de forma renovada. Unos salen al futbol, otros salen al centro comercial. Otros, de paseo. Hay gente que va a la nieve y gente que va de pesca. Gente que lee, gente que escribe. O al cine, o al teatro. O simplemente de paseo. O varias de esas cosas a la vez. La gente salimos de la rutina que nos da de comer y nos metemos, cada cierto tiempo, en el mundo de reserva que nos alimenta esa otra parte de nosotros mismos que no se llena con el trabajo. La sociedad del bienestar, la cultura occidental, el neo-noséqué. Yo, como todo el mundo, obedezco las normas y, como todo el mundo, busco esa otra parte de la persona que llenamos con lo que no es obligatorio.
Me pregunto por qué todos aquellos moteros estaban en El Atazar en la mañana del sábado. Podíamos haber estado en el futbol con los niños, leyendo una novela, arreglando la puerta de la cocina o comprando el pan en Mercadona. Me pregunto por la pasión que produce salir en moto, al aire, por un mundo rururbano que no nos atrevemos a soltar de la mano. Me pregunto qué ansia interior hace que, en cuanto se dan las circunstancias, sin vacilar, salimos a las afueras de nuestra rutina. Me pregunto si el -en mi caso, borbotoneo- sonido o rugido de nuestras motos tiene el efecto bondadoso que tiene el arrullo del padre que intenta dormir a su bebé, ese sonido y balanceo sistemático y monótono que tranquiliza. Me pregunto muchas cosas como todo el mundo.
Unas cuantas fotos en el blog https://divertirseconlamoto.wordpress.com/2017/02/19/como-todo-el-mundo/
Saludos,
Tengo la manía de llegar el primero. Siempre llego el primero. Y no lo hago por no saber calcular. Sino que aun calculando certeramente me gusta estar más que puntual. Incluso pude repostar hasta rebosar una vez llegado a Madrid.
Estando en estas, echando el pitillo y viendo despertar Madrid, oí una moto. Un sonido lejano que se acercaba por la Ilustración. Resultó ser Cheko, amigo de Darix y, ahora, de todos nosotros. Darix me había dicho que su amigo Cheko tenía una Harley-Davidson con poca autonomía, lo que me llevó a sospechar lo que finalmente se confirmó: una Sportster Forty Eight. Impresionante moto y bonita customización.
Al poco apareció Leif, cuya Clementina está saliendo lentamente de su vejez con evidente pronóstico de mejora. Proclive con La Abuela y Álvaro con una Kawasaki reconstruida con sus propias manos. Y Darix, presa de los efectos secundarios de Whatsapp. Ya estamos todos. Adiós, Leif, más gasolina para ellos… y nos vamos.
La idea inicial era ir, en primer lugar, a El Berrueco, pero no resultó así. La segunda parada era en El Atazar. Para ello tomamos la carretera de Colmenar Viejo. A la derecha hacia Guadalix de la Sierra y todo de frente hacia Torrelaguna, donde tuve la necesidad de parar.
Comenzamos la subida hacia el pantano y tomamos el desvío hacia la presa, dejando al fondo El Berrueco. Bordeamos el embalse y llegamos al pueblo. El pueblo estaba tomado por las motos. La plaza, el bar de la plaza estaba repleto de gente al sol.
Cheko y yo hicimos la vuelta por la carretera de Patones y nos despedimos en El Casar.
Esto es lo que pasó. Solo pasó eso, que cinco motos se fueron a dar un garbeo el sábado, como todo el mundo. Porque las carreteras estaban llenas de motos. Motos de carrera, motos custom, Erres y motos naked. Todas las motos del centro peninsular salieron el sábado.
Salir en moto con los amigos es dejar atrás tantas cosas y es poner delante, por unas horas, otras. Todos buscamos salir de vez en cuando. Todos necesitamos salirnos de vez en cuando y ser lo que somos de forma renovada. Unos salen al futbol, otros salen al centro comercial. Otros, de paseo. Hay gente que va a la nieve y gente que va de pesca. Gente que lee, gente que escribe. O al cine, o al teatro. O simplemente de paseo. O varias de esas cosas a la vez. La gente salimos de la rutina que nos da de comer y nos metemos, cada cierto tiempo, en el mundo de reserva que nos alimenta esa otra parte de nosotros mismos que no se llena con el trabajo. La sociedad del bienestar, la cultura occidental, el neo-noséqué. Yo, como todo el mundo, obedezco las normas y, como todo el mundo, busco esa otra parte de la persona que llenamos con lo que no es obligatorio.
Me pregunto por qué todos aquellos moteros estaban en El Atazar en la mañana del sábado. Podíamos haber estado en el futbol con los niños, leyendo una novela, arreglando la puerta de la cocina o comprando el pan en Mercadona. Me pregunto por la pasión que produce salir en moto, al aire, por un mundo rururbano que no nos atrevemos a soltar de la mano. Me pregunto qué ansia interior hace que, en cuanto se dan las circunstancias, sin vacilar, salimos a las afueras de nuestra rutina. Me pregunto si el -en mi caso, borbotoneo- sonido o rugido de nuestras motos tiene el efecto bondadoso que tiene el arrullo del padre que intenta dormir a su bebé, ese sonido y balanceo sistemático y monótono que tranquiliza. Me pregunto muchas cosas como todo el mundo.
Unas cuantas fotos en el blog https://divertirseconlamoto.wordpress.com/2017/02/19/como-todo-el-mundo/
Saludos,