moriwoki
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Hola a todos.
Es posible que éste sea el trabajo periodístico del que me sienta más satisfecho, desde luego es por el que más felecitaciones he recibido, incluidas del protagonista y de su entorno más cercano. No es por la relevancia que tiene el personaje en todo nuestro motociclismo, en todo nuestro país, es por todo el jugo que se le puede sacar. ¡Es tan intenso y extenso! No hubiera hecho una entrevista, hubiera escrito un libro, como así se lo propuse. Todavía lo está pensando, cualquiera sabe qué dirá al final: es pura inquietud, pura energía.
La entrevista fue hecha hace poco más de un año, pero pienso que un texto así trasciende al paso del tiempo.
Debido a su extensión, dejo sólo hasta el apartado "LAS CARRERAS".
La primera foto, la pura antítesis de una Harley. Una especie extinguida: Las 50 de GP.
Espero que os guste.
ENTREVISTA A ÁNGEL NIETO
En un margen un tanto desolado de la avenida de El Planetario emerge un escueto grupo de naves ocres y polvorientas, que recuerdan por su aspecto depresivo a aquellas que albergaban la fábrica de Ducati Mototrans, en el Poble Nou de Barcelona, donde nuestro protagonista trabajó en sus primeros años y que fueron demolidas olímpicamente hace ahora dos décadas. Al parar junto a esa fachada, nadie diría que detrás suyo se atesora una colección que representa los logros más universales de al menos medio motociclismo español.
Una moto roja y diminuta, en su tamaño natural, constituye el reclamo y el único indicio externo de que aquellas apagadas paredes albergan la gloria recientemente pasada de una estrella a la que siempre se debe tener presente.
Aún es pronto. Me he dado un tiempo para preparar mínimamente el escenario: y Carlota, la encargada, me invita a que descubra una por una las joyas atesoradas dentro de la sala. La Derbi 50 de aire, estrecha e imposible, la Bultaco monocasco, de silueta marciana e inverosímil, la Kreidler, más terrestre y racional, la imponente Garelli 125 y la irrepetible Siroko del malogrado Don Antonio; todas acompañadas por monos, cascos y botas acorde con cada una de sus épocas. A la derecha se extienden, a lo alto y a lo ancho, distintas vitrinas empotradas que, sencillamente, antes de fijar la atención en cada figura, intuyen la galería de trofeos de algún club decano del deporte rey, rey en audiencia.
El Santo Padre es para todos los católicos el embajador de Dios en la tierra; y Él es para muchos de nosotros el nuncio apostólico de Su Santidad (perdón por la irreverencia) en el círculo abierto del motociclismo español; un título ganado sólo con el agradecimiento que todos le debemos y rubricado por el cariño que se ha ganado día a día por su carácter abierto y su accesible personalidad.
Y la voz de Su Eminencia se oyó al otro lado de las vitrinas cargada de energía y un tanto ajetreada, tal y como le he escuchado toda la vida, dejando adivinar ese acento acuñado en Vallecas hace ya medio siglo, mientras resolvía algún asunto con el teléfono pegado al oído y rebasaba el torno de la entrada. Me acerco, doblo la esquina acristalada que contiene la Derbi 50 y me lo encuentro de frente.
La melena plateada, como la de un sabio clásico; el rostro un tanto congestionado y los ademanes, como la voz, simplemente un manojo de energía e inquietud. Un colgante pende de su cuello cogido por un cordón negro que se sumerge bajo la camisa clara remangada. Vaqueros sencillos y desgastados, rematados por un cinturón negro a juego con la muñequera de cuero.
Nos acomodamos en el rincón que había preparado, coloco la grabadora y le muestro a continuación una fotografía a modo de introducción. En ella aparecemos los dos juntos. Me señalo a mí mismo para que me reconozca con certeza y él, con cierto asombro, añade a continuación: "Sí… y éste soy yo". Una sensación un tanto agria emerge en su rostro: "Pero de esto hace un huevo de años…, y ésta es mi caravana". La fotografía fue tomada en el paddock de Assen durante los entrenamientos del G.P de Holanda del año 89.
Su aspecto insólitamente juvenil, le delata como un personaje perteneciente a esa generación calificable de diabólica por haberse confabulado con el propio Satanás. ¿Cómo se explica si no, no ya que se conserven tan frescos y lozanos, sino que emanen a su edad esa inaudita energía con la que nos deslumbran a todos? Mick Jagger, Alice Cooper, Steven Tyler, Ian Guillan, Miguel Ríos…
Y Ángel Nieto.
Portalmotos.- Hablemos un poco, Ángel, de cómo eran aquellos primeros tiempos tuyos, comentemos algunos detalles para situar a los lectores, para que se hagan una mínima idea. Por ejemplo, viajaste en alguna ocasión llevando la moto en el tren, subida en la bandeja del equipaje en el propio compartimiento de tercera.
Ángel Nieto.- En aquellos tiempos trabajaba en un taller mecánico de aquí, de Vallecas, un taller de Tomás Díaz Valdés; y la primera carrera de mi vida la hice en Granada. Me fui en el tren, con lo justo para el billete y esa noche dormí en un portal. Tomás tuvo que ponerle una antena al que tenía entonces aquellos almacenes –hace un esfuerzo recordando-… los Saldos Arias, y a cambio de eso le dejó un coche para ir a Granada a buscarme. Así era la película constante entonces; luego me fui a Barcelona, trabajé primero en Bultaco, más tarde me fui a Ducati, a Mototrans, y luego acabé en Derbi. El tema es que, por ejemplo, cuando trabajaba en Mototrans, estuve viviendo seis meses en el sótano de una frutería, con quince años… Sí, las pasé bastante canutas.
Su mirada se agrieta ligeramente, dejando ver un sufrimiento pasado que no ha olvidado, tal vez para dar su verdadero valor a todo lo que ha conseguido después.
Se arrellana en la silla con una vital inquietud y de inmediato percibo que debo evitar los enunciados largos porque su ímpetu innato no me va a dejar concluirlos.
Portalmotos.-Uno de tus compañeros en esas correrías era Nani González de Nicolás, ¿no es así?
Ángel Nieto.- Sí, en esa época, cuando estaba en Madrid, andaba con los amigos de mi barrio que también les gustaban las motos; González de Nicolás, El Trompa, Marcelino y toda esa banda.
Portalmotos.- ¿Es verdad que falsificaste en alguna ocasión la firma de tu padre cuando no tenías edad mínima para correr?
Ángel Nieto.- Sí –alarga la afirmación-, hasta que me pegué el estacazo en Francia, en Clemont Ferrand, allí descubrieron que no tenía la edad y me quitaron la licencia. Me echaron de El Mundial hasta que cumplí los 18 años.
Portalmotos.- Sobre las carreras en sí, un ejemplo de cómo eran lo podemos tener en el casco. El cromwel, que cuando llovía, con la cara al descubierto, se te clavaban las gotas como agujas en las mejillas –recorta la pregunta....
Ángel Nieto.- Sí, bueno, el que tenía un Cronwell era capitán general, sólo lo llevaban Ramón Torras, Santiago Herrero… Nosotros íbamos con un Prat, creo que se llamaba Prat, y era una imitación del Cronwell.
Portalmotos.- Y los neumáticos, Ángel, ¿eran casi de calle, o muy parecidos? ¿Cómo era aquello?
Ángel Nieto.- Bueno, igual hacías cuatro carreras, o cinco, con ellos. Ya en El Mundial usábamos todos más o menos los mismos, eran unos Dunlop así, puntiagudos –forma un tejado de dos aguas con las manos- y con esos neumáticos hacías entrenamientos, carrera y otra carrera más.
Portalmotos.- Durante muchos años, prácticamente toda tu carrera, corríais con el fantasma del gripaje acechando. Bill Ivy, por ejemplo, o mucho más recientemente, en 2004, Michel Dunlop (hermano de Joe Dunlop) fueron víctimas fatales de él.
Ángel Nieto.- Si me he caído quinientas veces, que probablemente me habré caído quinientas, 250 han sido mías, por poner la mitad para cada uno, y las 250 restantes de roturas de la moto.
Portalmotos.-Hablemos un poco sobre las 50, "Las Tazas de café", como se las apodaba entonces. Son motos inimaginables hoy día, y su pilotaje era particularmente complicado: se basaba en una serie de claves específicas para sacar el máximo de esos escasos caballos.
Ángel Nieto.- La cincuenta yo creo que es la moto más difícil que he pilotado en mi vida. Tenía un motor que si lo pasabas de vueltas, se rompía; pero como no tenía potencia, si no la llevabas en el sitio exacto, ni corría ni hacía nada. Era una muy delicada –alarga el aumentativo-, tenías que ir oyéndola constantemente, necesitabas tener un toque muy fino de sensibilidad porque corría exclusivamente por vueltas de motor, daban 14 o 15 CV. Una moto que cuando cortabas, si abrías otra vez, tenías que quitar marchas porque si no, no empujaba nada en absoluto.
Portalmotos.- ¿Recuerdas con qué margen de revoluciones contabas?
Ángel Nieto.- Seiscientas. Y en las de El Mundial estaban a quince mil o quince doscientas. Por eso el tacto con el cambio era tan importante.
Portalmotos.- Y por eso en muchas ocasiones tenías que tirar de embrague para poner el motor dentro de su régimen…
Ángel Nieto.- Bueno y más. Cuando gané el primer campeonato del Mundo, en Yugoeslavia había un ángulo de primera que tenía incluso que remar con el pie para ayudar a la moto a salir. Pero si tirabas mucho de embrague, al final se rompía porque los materiales no tenían nada que ver con lo que se emplean hoy en día.
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Portalmotos entrevista a ngel Nieto
Es posible que éste sea el trabajo periodístico del que me sienta más satisfecho, desde luego es por el que más felecitaciones he recibido, incluidas del protagonista y de su entorno más cercano. No es por la relevancia que tiene el personaje en todo nuestro motociclismo, en todo nuestro país, es por todo el jugo que se le puede sacar. ¡Es tan intenso y extenso! No hubiera hecho una entrevista, hubiera escrito un libro, como así se lo propuse. Todavía lo está pensando, cualquiera sabe qué dirá al final: es pura inquietud, pura energía.
La entrevista fue hecha hace poco más de un año, pero pienso que un texto así trasciende al paso del tiempo.
Debido a su extensión, dejo sólo hasta el apartado "LAS CARRERAS".
La primera foto, la pura antítesis de una Harley. Una especie extinguida: Las 50 de GP.
Espero que os guste.
ENTREVISTA A ÁNGEL NIETO
En un margen un tanto desolado de la avenida de El Planetario emerge un escueto grupo de naves ocres y polvorientas, que recuerdan por su aspecto depresivo a aquellas que albergaban la fábrica de Ducati Mototrans, en el Poble Nou de Barcelona, donde nuestro protagonista trabajó en sus primeros años y que fueron demolidas olímpicamente hace ahora dos décadas. Al parar junto a esa fachada, nadie diría que detrás suyo se atesora una colección que representa los logros más universales de al menos medio motociclismo español.
Una moto roja y diminuta, en su tamaño natural, constituye el reclamo y el único indicio externo de que aquellas apagadas paredes albergan la gloria recientemente pasada de una estrella a la que siempre se debe tener presente.
Aún es pronto. Me he dado un tiempo para preparar mínimamente el escenario: y Carlota, la encargada, me invita a que descubra una por una las joyas atesoradas dentro de la sala. La Derbi 50 de aire, estrecha e imposible, la Bultaco monocasco, de silueta marciana e inverosímil, la Kreidler, más terrestre y racional, la imponente Garelli 125 y la irrepetible Siroko del malogrado Don Antonio; todas acompañadas por monos, cascos y botas acorde con cada una de sus épocas. A la derecha se extienden, a lo alto y a lo ancho, distintas vitrinas empotradas que, sencillamente, antes de fijar la atención en cada figura, intuyen la galería de trofeos de algún club decano del deporte rey, rey en audiencia.
El Santo Padre es para todos los católicos el embajador de Dios en la tierra; y Él es para muchos de nosotros el nuncio apostólico de Su Santidad (perdón por la irreverencia) en el círculo abierto del motociclismo español; un título ganado sólo con el agradecimiento que todos le debemos y rubricado por el cariño que se ha ganado día a día por su carácter abierto y su accesible personalidad.
Y la voz de Su Eminencia se oyó al otro lado de las vitrinas cargada de energía y un tanto ajetreada, tal y como le he escuchado toda la vida, dejando adivinar ese acento acuñado en Vallecas hace ya medio siglo, mientras resolvía algún asunto con el teléfono pegado al oído y rebasaba el torno de la entrada. Me acerco, doblo la esquina acristalada que contiene la Derbi 50 y me lo encuentro de frente.
La melena plateada, como la de un sabio clásico; el rostro un tanto congestionado y los ademanes, como la voz, simplemente un manojo de energía e inquietud. Un colgante pende de su cuello cogido por un cordón negro que se sumerge bajo la camisa clara remangada. Vaqueros sencillos y desgastados, rematados por un cinturón negro a juego con la muñequera de cuero.
Nos acomodamos en el rincón que había preparado, coloco la grabadora y le muestro a continuación una fotografía a modo de introducción. En ella aparecemos los dos juntos. Me señalo a mí mismo para que me reconozca con certeza y él, con cierto asombro, añade a continuación: "Sí… y éste soy yo". Una sensación un tanto agria emerge en su rostro: "Pero de esto hace un huevo de años…, y ésta es mi caravana". La fotografía fue tomada en el paddock de Assen durante los entrenamientos del G.P de Holanda del año 89.
Su aspecto insólitamente juvenil, le delata como un personaje perteneciente a esa generación calificable de diabólica por haberse confabulado con el propio Satanás. ¿Cómo se explica si no, no ya que se conserven tan frescos y lozanos, sino que emanen a su edad esa inaudita energía con la que nos deslumbran a todos? Mick Jagger, Alice Cooper, Steven Tyler, Ian Guillan, Miguel Ríos…
Y Ángel Nieto.
Portalmotos.- Hablemos un poco, Ángel, de cómo eran aquellos primeros tiempos tuyos, comentemos algunos detalles para situar a los lectores, para que se hagan una mínima idea. Por ejemplo, viajaste en alguna ocasión llevando la moto en el tren, subida en la bandeja del equipaje en el propio compartimiento de tercera.
Ángel Nieto.- En aquellos tiempos trabajaba en un taller mecánico de aquí, de Vallecas, un taller de Tomás Díaz Valdés; y la primera carrera de mi vida la hice en Granada. Me fui en el tren, con lo justo para el billete y esa noche dormí en un portal. Tomás tuvo que ponerle una antena al que tenía entonces aquellos almacenes –hace un esfuerzo recordando-… los Saldos Arias, y a cambio de eso le dejó un coche para ir a Granada a buscarme. Así era la película constante entonces; luego me fui a Barcelona, trabajé primero en Bultaco, más tarde me fui a Ducati, a Mototrans, y luego acabé en Derbi. El tema es que, por ejemplo, cuando trabajaba en Mototrans, estuve viviendo seis meses en el sótano de una frutería, con quince años… Sí, las pasé bastante canutas.
Su mirada se agrieta ligeramente, dejando ver un sufrimiento pasado que no ha olvidado, tal vez para dar su verdadero valor a todo lo que ha conseguido después.
Se arrellana en la silla con una vital inquietud y de inmediato percibo que debo evitar los enunciados largos porque su ímpetu innato no me va a dejar concluirlos.
Portalmotos.-Uno de tus compañeros en esas correrías era Nani González de Nicolás, ¿no es así?
Ángel Nieto.- Sí, en esa época, cuando estaba en Madrid, andaba con los amigos de mi barrio que también les gustaban las motos; González de Nicolás, El Trompa, Marcelino y toda esa banda.
Portalmotos.- ¿Es verdad que falsificaste en alguna ocasión la firma de tu padre cuando no tenías edad mínima para correr?
Ángel Nieto.- Sí –alarga la afirmación-, hasta que me pegué el estacazo en Francia, en Clemont Ferrand, allí descubrieron que no tenía la edad y me quitaron la licencia. Me echaron de El Mundial hasta que cumplí los 18 años.
Portalmotos.- Sobre las carreras en sí, un ejemplo de cómo eran lo podemos tener en el casco. El cromwel, que cuando llovía, con la cara al descubierto, se te clavaban las gotas como agujas en las mejillas –recorta la pregunta....
Ángel Nieto.- Sí, bueno, el que tenía un Cronwell era capitán general, sólo lo llevaban Ramón Torras, Santiago Herrero… Nosotros íbamos con un Prat, creo que se llamaba Prat, y era una imitación del Cronwell.
Portalmotos.- Y los neumáticos, Ángel, ¿eran casi de calle, o muy parecidos? ¿Cómo era aquello?
Ángel Nieto.- Bueno, igual hacías cuatro carreras, o cinco, con ellos. Ya en El Mundial usábamos todos más o menos los mismos, eran unos Dunlop así, puntiagudos –forma un tejado de dos aguas con las manos- y con esos neumáticos hacías entrenamientos, carrera y otra carrera más.
Portalmotos.- Durante muchos años, prácticamente toda tu carrera, corríais con el fantasma del gripaje acechando. Bill Ivy, por ejemplo, o mucho más recientemente, en 2004, Michel Dunlop (hermano de Joe Dunlop) fueron víctimas fatales de él.
Ángel Nieto.- Si me he caído quinientas veces, que probablemente me habré caído quinientas, 250 han sido mías, por poner la mitad para cada uno, y las 250 restantes de roturas de la moto.
Portalmotos.-Hablemos un poco sobre las 50, "Las Tazas de café", como se las apodaba entonces. Son motos inimaginables hoy día, y su pilotaje era particularmente complicado: se basaba en una serie de claves específicas para sacar el máximo de esos escasos caballos.
Ángel Nieto.- La cincuenta yo creo que es la moto más difícil que he pilotado en mi vida. Tenía un motor que si lo pasabas de vueltas, se rompía; pero como no tenía potencia, si no la llevabas en el sitio exacto, ni corría ni hacía nada. Era una muy delicada –alarga el aumentativo-, tenías que ir oyéndola constantemente, necesitabas tener un toque muy fino de sensibilidad porque corría exclusivamente por vueltas de motor, daban 14 o 15 CV. Una moto que cuando cortabas, si abrías otra vez, tenías que quitar marchas porque si no, no empujaba nada en absoluto.
Portalmotos.- ¿Recuerdas con qué margen de revoluciones contabas?
Ángel Nieto.- Seiscientas. Y en las de El Mundial estaban a quince mil o quince doscientas. Por eso el tacto con el cambio era tan importante.
Portalmotos.- Y por eso en muchas ocasiones tenías que tirar de embrague para poner el motor dentro de su régimen…
Ángel Nieto.- Bueno y más. Cuando gané el primer campeonato del Mundo, en Yugoeslavia había un ángulo de primera que tenía incluso que remar con el pie para ayudar a la moto a salir. Pero si tirabas mucho de embrague, al final se rompía porque los materiales no tenían nada que ver con lo que se emplean hoy en día.
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