Arkhausto
FH SUPPORTER
Historia basada en hechos reales.
"Desde el momento en que el joven @Trespa cruzó los umbrales de nuestra hermandad, su destino comenzó a tejerse con hilos de fatalidad. Aquel mozo, cuya alma estaba poseída por un ferviente deseo de unicidad, se presentó con la ambición de poseer una motocicleta que trascendiera las límites de lo común. Para ello, depositó su fe y su fortuna en las manos de un artífice de Málaga, conocido por el apodo de Lord Drake—nombre que evocaba las sombras de un pirata infame.
Mas, como sucede a menudo con aquellos que juegan con sombras, el destino le reservaba a Trespa una ironía cruel. Lord Drake, tan pirata en acción como en apelativo, prolongó la entrega de la máquina con dilaciones interminables, acompañadas de excusas huecas y problemas insidiosos. Finalmente, tras una espera que habría quebrado la paciencia de los santos, Trespa recibió su motocicleta—pero lo que se le entregó no era más que una parodia grotesca de sus sueños. Los detalles que había imaginado con amorosa meticulosidad habían sido deformados o ignorados, como si una mano maldita hubiese desviado la labor del creador hacia una senda torcida.
Los días que siguieron se convirtieron en un crisol de frustración. Trespa compartió con nosotros, sus hermanos de camino, las tribulaciones que le acosaban, buscando consejo y consuelo. Mas poco podíamos hacer, salvo lanzar al éter nuestras voces de descontento a través de las reseñas y advertencias que dejábamos en las páginas de opinión. La maquinaria de la justicia, como tantas otras, es lenta y sorda ante los gritos de los desesperados.
Sin embargo, con el tiempo—y no sin cierta resignación—Trespa halló en la motocicleta un rayo de aceptación. Su estética, al menos, se acomodaba a sus expectativas. Y así, la bautizó con un nombre que encapsulaba su naturaleza esquiva y traicionera: La Maldita.
Pero las maldiciones tienen vida propia, y La Maldita no tardó en probar que su apodo no era una simple excentricidad. Una tras otra, las fallas y defectos comenzaron a manifestarse con una regularidad inquietante, como si la máquina misma estuviera poseída por un espíritu burlón que se deleitaba en torturar a su amo. Las fugas de aceite se convertían en huellas espectrales que marcaban los senderos por los que transitaba; los ruidos mecánicos resonaban como susurros de advertencia en noches de soledad. Y, aunque Trespa logró dominarla lo suficiente como para rodar con ella, La Maldita sembraba a su paso tanto el asombro como el terror.
Hoy, La Maldita sigue viva, si es que algo tan insidioso puede llamarse vida. Su presencia no solo inquieta a su dueño, sino también a quienes tienen la desdicha de cruzarse con ella. Es un ente que desafía la razón, una amalgama de metal y desesperación, una criatura que parece reír en la cara del destino mismo. ¡Cuidado, os digo, con jugar a crear aquello que no podéis controlar! Pues de entre las sombras de Málaga surgió una motocicleta maldita, y su historia no hace sino advertirnos del precio de nuestras ambiciones desmedidas."
Ahí os dejo esta "canción", si es que a este esperpento se le puede llamar así.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA.
"Desde el momento en que el joven @Trespa cruzó los umbrales de nuestra hermandad, su destino comenzó a tejerse con hilos de fatalidad. Aquel mozo, cuya alma estaba poseída por un ferviente deseo de unicidad, se presentó con la ambición de poseer una motocicleta que trascendiera las límites de lo común. Para ello, depositó su fe y su fortuna en las manos de un artífice de Málaga, conocido por el apodo de Lord Drake—nombre que evocaba las sombras de un pirata infame.
Mas, como sucede a menudo con aquellos que juegan con sombras, el destino le reservaba a Trespa una ironía cruel. Lord Drake, tan pirata en acción como en apelativo, prolongó la entrega de la máquina con dilaciones interminables, acompañadas de excusas huecas y problemas insidiosos. Finalmente, tras una espera que habría quebrado la paciencia de los santos, Trespa recibió su motocicleta—pero lo que se le entregó no era más que una parodia grotesca de sus sueños. Los detalles que había imaginado con amorosa meticulosidad habían sido deformados o ignorados, como si una mano maldita hubiese desviado la labor del creador hacia una senda torcida.
Los días que siguieron se convirtieron en un crisol de frustración. Trespa compartió con nosotros, sus hermanos de camino, las tribulaciones que le acosaban, buscando consejo y consuelo. Mas poco podíamos hacer, salvo lanzar al éter nuestras voces de descontento a través de las reseñas y advertencias que dejábamos en las páginas de opinión. La maquinaria de la justicia, como tantas otras, es lenta y sorda ante los gritos de los desesperados.
Sin embargo, con el tiempo—y no sin cierta resignación—Trespa halló en la motocicleta un rayo de aceptación. Su estética, al menos, se acomodaba a sus expectativas. Y así, la bautizó con un nombre que encapsulaba su naturaleza esquiva y traicionera: La Maldita.
Pero las maldiciones tienen vida propia, y La Maldita no tardó en probar que su apodo no era una simple excentricidad. Una tras otra, las fallas y defectos comenzaron a manifestarse con una regularidad inquietante, como si la máquina misma estuviera poseída por un espíritu burlón que se deleitaba en torturar a su amo. Las fugas de aceite se convertían en huellas espectrales que marcaban los senderos por los que transitaba; los ruidos mecánicos resonaban como susurros de advertencia en noches de soledad. Y, aunque Trespa logró dominarla lo suficiente como para rodar con ella, La Maldita sembraba a su paso tanto el asombro como el terror.
Hoy, La Maldita sigue viva, si es que algo tan insidioso puede llamarse vida. Su presencia no solo inquieta a su dueño, sino también a quienes tienen la desdicha de cruzarse con ella. Es un ente que desafía la razón, una amalgama de metal y desesperación, una criatura que parece reír en la cara del destino mismo. ¡Cuidado, os digo, con jugar a crear aquello que no podéis controlar! Pues de entre las sombras de Málaga surgió una motocicleta maldita, y su historia no hace sino advertirnos del precio de nuestras ambiciones desmedidas."
Ahí os dejo esta "canción", si es que a este esperpento se le puede llamar así.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA.